En Pos De Dios


Esta es la historia de una mujer que creció en una región llamada Moab, cerca del desierto de Arabia.

En su pueblo se tenía la costumbre de hacer sacrificios humanos al dios Quemos, y muy probablemente, como muchas mujeres, deseaba poder casarse con alguien que la cuidara, la amara y envejecieran juntos (y de paso librarse de ser la virgen señalada para el sacrificio a fin de agradar al dios Quemos). Su nombre era Rut.

Hasta que finalmente conoció a un hombre muy bueno, y que además no creía en el dios Quemos porque él no era de Moab, sino de Israel, por tanto hasta sus propios hijos o hijas se librarían de ser sacrificados. Se casó con él, y vivieron en la casa que había heredado de su padre. Allí convivió con la familia completa, su cuñado, su concuña y su suegra Noemí. Y lo más importante, comenzó a conocer a un Dios diferente al que conocía, un Dios poderoso y misericordioso.

Pero pasó algo trágico, un día su cuñado y su esposo fallecieron. ¿Qué harían ahora? Tres mujeres solas. Su suegra entonces tomó la decisión de regresarse a su tierra, a Israel. Y a ellas les dijo: ‘Regresen a sus casas’. En la mente de Rut quizás apareció una y otra vez esta idea: muerto su esposo ya no hay posibilidad de seguir, su vida estaba acabada. ¿Y ahora qué? Mejor regresar con su familia donde le podrán ayudar algún conocido. Pero, ¿regresar?

¿A qué regresaría? Había experimentado un tipo de vida diferente durante 10 años. Ahora había probado algo diferente, ¿para qué volver atrás? Ya sabía lo que le esperaba allá, de allí vino. Si quería algo diferente, si quería mucho más de lo que había comenzado a experimentar tenía que ser decidida y más radical, tenía que ir más allá. Así que su decisión fue clara, le dijo a su suegra: —No me pidas que te deje y regrese a mi pueblo. A donde tú vayas, yo iré; dondequiera que tú vivas, yo viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios. (Rt 1:16)

Sus palabras reflejan su firme decisión de ir tras lo que el Dios de Israel ya le había comenzado a dar a probar. ¡Sí!, esos diez años eran tan sólo una probadita de toda la plenitud que el Señor tenía para ella. Como era de esperarse esta travesía la llevaría a lugares que no conocía porque ir en pos de Dios es vivir una aventura nueva cada día. (Te invito a leer el libro de Rut para que descubras como termina su historia)
Rut había encontrado algo mejor por lo que estaba decidida a ir a donde esta nueva vida plena y abundante que Dios tenía pensado para ella la llevase. ¿Y tú?

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