Lleno De Fe

Lleno De Fe
¿Te has sentido vacío? ¿Te ha faltado la fe?
Descubre lo que pasó con una mujer abrumada por la situación de su vida

…¿Qué tienes en la casa? Absolutamente nada, salvo un cántaro de aceite de oliva (2 Reyes 4:2)

¿Te ha pasado? Llega a la vida esos momentos en que todo va de mal en peor. Problemas en casa, en la escuela, en la oficina, luego aparecen problemas de salud y económicos y finalmente familiares. Así que oras y esperas un gran milagro del Señor, pero las circunstancias te hacen dudar al respecto.

Ahora ya estás agobiado física, mental y espiritualmente. Y no importa el que haya, literalmente, muchas personas orando por ti. Pero, ¿por qué el Señor no responde? ¿Por qué no veo el milagro?

En cierta ocasión en la que pasé por algo así, me tocó leer en la Biblia acerca de una mujer que estaba llena de tristezas y sufrimiento, quizás también ya estaba flaqueando en su fe. Desesperada. Al ir leyendo pensé, “de aquí soy”. Es la historia de una pobre viuda, a la cuál su esposo, además de viuda, le había dejado una gran deuda imposible de pagar; las autoridades habían venido a exigirle el pago y si no se llevarían a sus hijos como esclavos para saldar la deuda. El poco de fe que le quedaba la utilizó al venir a hablar con un hombre de Dios que quizás podría ayudarla, el profeta Eliseo.

Eliseo le pidió a ella y a sus hijos que recolectaran todas las vasijas vacías que pudieran de su casa, de sus vecinos, de donde pudieran. Y que tomaran el cántaro de aceite de oliva que tenían y “llenara todas las vasijas que juntaran con aceite” y vendieran aceite para pagar la deuda. Al leer esta parte yo ya estaba diciendo: “¡¿Qué!?” O sea, si sólo tiene una vasija, ni modos que la rebaje con agua para llenar todas las vasijas que junten. Pero bueno, ella obedeció, y milagrosamente había aceite suficiente para llenar cada vasija que llevaron a la casa. Y de la venta pudieron pagar la deuda del esposo.

No te diré que escuché la voz de Dios, pero si pude sentir en mi corazón que me decía: “Lo mismo tienes qué hacer”. Y ya vez como somos a veces de incrédulos, por lo que dije: “¿Ir a buscar vasijas con mis vecinos?” La respuesta fue, “No, tú eres la vasija vacía que deseo llenar con mi aceite”. Comprendí que había quedado vacío, sin fe, lleno de dudas y temores, sin confianza en el poder de Dios. Así que me postré y comencé a llorar. Y sentí como el Señor me llenó con su Amor, con nueva fe. Dios hizo el milagro, pero no en mis circunstancias, sino dentro de mí. Me llenó de aceite nuevo, de aceite fresco, me llenó nuevamente de fe.

Ya no había temor, con nuevas fuerzas comencé a clamar porque Dios obrara en las circunstancias, sabiendo que el Señor tiene todo el control. Entendí que el milagro se operó dentro de mí, dentro de mi propia casa para luego entonces ver suplida mi necesidad externa. ¿Estás pasando por un momento así? ¿Sientes que ya no tienes fe? Toma tu vasija vacía y acércate más al UNICO que puede ayudarte. Él está esperando con la vasija llena del aceite de Su Espíritu. Llenará tus vasijas con suficiente fe para llevarte a través de lo conocido y lo desconocido. De lo posible y lo imposible.

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