¿Por Qué A Mí?



Un día se me ocurrió decir: “Dios, quiero ser una mejor persona. Ya no quiero hacer lo malo, quiero ser un buen hijo, etc.”. Lo que pasó fue increíble, los problemas comenzaron a aumentarse. 
¿Por qué el Señor haría algo así? ¿Por qué el Señor permitiría que alguien que está deseoso de vivir en Su voluntad pase por situaciones tan difíciles? Y entonces leí lo siguiente:

No olvides que él te guió por el inmenso y terrible desierto, que estaba lleno de escorpiones y serpientes venenosas, y que era tan árido y caliente. ¡Él te dio agua de la roca! En el desierto, te alimentó con maná, un alimento desconocido para tus antepasados. Lo hizo para humillarte y para ponerte a prueba por tu propio bien. (Deuteronomio 8:15-16).

¿Por qué Dios guiaría a Su Pueblo por un terrible e inmenso desierto? ¿Por qué rodearía a su pueblo de animales ponzoñosos? ¿Por qué tú y yo tendríamos que pasar por pruebas? ¡Por nuestro propio bien!
Me queda claro que el Señor muchas veces se toma su tiempo para entregarnos aquello que ha prometido; pero jamás nos lleva por un camino difícil para llegar a un destino terrible o malo. Siempre nos lleva a algo bueno, pero nos lleva por un camino que exige disciplina y santificación, de tal forma que podamos no solo valorar lo obtenido, sino tengamos la capacidad de hacerlo prosperar y usarlo para bendición nuestra y de quienes nos rodean.

Te puedo asegurar que si decides seguir a Dios tendrás problemas y situaciones muy difíciles en diversas ocasiones. Pero no olvides que es con toda la intención del Señor de ponerte a prueba por tu propio bien antes de recibir la bendición prometida.

Promesa: El Señor guía con fidelidad y amor inagotable a todos los que obedecen su pacto y cumplen sus exigencias. (Salmos 25:10).

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