Cuando el sufrimiento llega - dia 6

Job continúa: »Mis días pasan más rápido que la lanzadera de un telar y terminan sin esperanza. Oh Dios, recuerda que mi vida es apenas un suspiro, y nunca más volveré a ser feliz. Ahora me ves, pero no será por mucho tiempo; me buscarás, pero ya me habré ido. Así como las nubes se disipan y se desvanecen, los que mueren ya no volverán. Se han ido de su hogar para siempre y jamás volverán a verlos.

»No puedo evitar hablar; debo expresar mi angustia. Mi alma llena de amargura debe quejarse. ¿Soy yo un monstruo marino o un dragón para que me pongas bajo custodia? Pienso: “Mi cama me dará consuelo, y el sueño aliviará mi sufrimiento”; pero entonces me destrozas con sueños y me aterras con visiones. Preferiría ser estrangulado; mejor morir que sufrir así. Odio mi vida y no quiero seguir viviendo. Oh, déjame en paz durante los pocos días que me quedan.

»¿Qué son los seres humanos para que nos des tanta importancia, para que pienses tanto en nosotros? Pues nos examinas cada mañana y nos pruebas a cada momento. ¿Por qué no me dejas en paz?, ¡al menos el tiempo suficiente para poder tragar! Si he pecado, ¿qué te he hecho, oh vigilante de toda la humanidad? ¿Por qué me haces tu blanco? ¿Acaso te soy una carga? ¿Por qué mejor no perdonas mi pecado y me quitas la culpa? Pues pronto me acostaré en el polvo y allí moriré. Cuando me busques, me habré ido».

Entonces Bildad, el suhita, respondió a Job:

«¿Hasta cuándo seguirás hablando así? Suenas como un viento rugiente. ¿Acaso Dios tuerce la justicia? ¿Tuerce el Todopoderoso lo que es recto? Seguramente tus hijos pecaron contra él, y por eso el castigo estaba bien merecido; pero si oras a Dios y buscas el favor del Todopoderoso, si eres puro y vives con integridad, sin duda que él se levantará y devolverá la felicidad a tu hogar. Aunque comenzaste con poco, terminarás con mucho.

»Tan solo pregunta a la generación anterior; presta atención a la experiencia de nuestros antepasados, porque nacimos apenas ayer y no sabemos nada; nuestros días sobre la tierra son tan fugaces como una sombra. Sin embargo, los que vivieron antes que nosotros te enseñarán; te enseñarán la sabiduría de antaño.

»¿Pueden crecer altas las cañas del papiro donde no hay pantanos? ¿Pueden crecer en abundancia las hierbas de pantano donde no hay agua? Cuando están floreciendo y aún no están listas para ser cortadas, empiezan a marchitarse más rápido que la hierba. Lo mismo les ocurre a todos los que se olvidan de Dios; las esperanzas de los que viven sin Dios se evaporan. Su confianza pende de un hilo; se apoyan en una tela de araña. Se aferran a su hogar para sentirse seguros, pero esa seguridad no durará; intentan retenerla con firmeza, pero no permanecerá. Los que no tienen a Dios parecen una planta frondosa que crece al sol, y que extiende sus ramas por el jardín; sus raíces penetran entre las piedras y se sujetan a las rocas; pero cuando se la arranca de raíz, ¡es como si nunca hubiera existido! Así termina su vida, y del suelo brotan otras plantas para reemplazarla.

»Sin embargo, mira, Dios no rechazará a una persona íntegra, tampoco dará una mano a los malvados. Él volverá a llenar tu boca de risas y tus labios con gritos de alegría. Los que te odian se vestirán de vergüenza, y el hogar de los malvados será destruido».

Continuará ...

¿Es el karma?
¿Todo el que sufre es porque está pagando algún mal hecho? Las dificultades son inevitables: pérdida de seres queridos, acusaciones injustas, enfermedades atroces. En fin, la lista de dificultades es inmensa. Y obvio que no todo sufrimiento es por pecado.

Es un terrible error asumir que cada persona que está sufriendo es porque está pagando por algo malo que hizo. Dios es el único juez, nuestro conocimiento es limitado, sólo Dios sabe el porqué, ya que no toda disciplina es correctiva.

El Punto
No toda adversidad viene como producto de algo malo que hayamos hecho. Dios puede tener en mente algo más que “corrección”. Puede tener en mente “perfección”, ya que la adversidad hace salir nuestras imperfecciones o disposiciones pecaminosas, tal como el fuego saca las impurezas del oro fundido.

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