Dónde Pones Tu Confianza



¿Quién más que David podría decir esto que acabamos de leer? Si él mismo había comenzado su carrera como guerrero enfrentándose a un gigante que confiaba en su tamaño, en su experiencia, en sus habilidades, en su armamento y en todo el ejército que le animaba. David no tenía experiencia en la guerra y menos en un duelo a muerte, su tamaño era el promedio y además no era más que un adolescente, sus habilidades consistían en hacer música excelente, pastorear con fidelidad y buena puntería con la honda, y sus armas, piedras y palo. ¿Y su ejército? Temblando de miedo y además sin armas, sólo el Rey y su hijo tenían espadas y armaduras.

Los filisteos se jactaban de su poder, de su armamento y de su guerrero estrella. David, se paró frente al gigante y se jactó sólo de una cosa: que el Dios Todopoderoso estaba de su lado, aunque nadie lo veía. ¿Resultado? La burla de sus adversarios y duda de sus compatriotas. Pero esto no importó a David, enfrentó al gigante y ganó.

En la vida te encontrarás con personas que se jactarán de sus habilidades, de las facilidades que tienen, de sus logros, de sus posesiones. Ellos ponen su confianza en todo esto para lograr lo que quieren. Todas estas cosas son buenas, pero cuando la voluntad de Dios es otra, no importa la habilidad, las palancas, los logros y menos posesiones. Dios tiene la última palabra. Por tanto, aunque tengas todo lo anterior, tú y yo debemos aprender a no jactarnos en todo eso, porque además de que son perecederos no son decisivos para los resultados, pero la voluntad de Dios sí lo es. Por tanto, que tu confianza sea en lo que Dios hará.

Aprende a poner todo lo que tienes y todo lo que eres al servicio del Señor. Y al igual que David, no te jactes de todo lo que tienes, sino de quien va a tu lado. Y con valor enfrenta las adversidades, porque aunque el adversario tenga lo mejor, EL MEJOR y Todopoderoso va de tu lado. Pon toda tu confianza en Él y lo que hará.

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