Ni Muy muy. Ni tan tan


El ejército mejor equipado no puede salvar a un rey, ni una gran fuerza es suficiente para salvar a un guerrero. No confíes en tu caballo de guerra para obtener la victoria, por mucha fuerza que tenga, no te puede salvar. (Sal 33:16-17)

Recuerdo que en mi adolescencia, cuando mi familia se enteró que decidí rendir mi vida a Jesucristo, buscaban 1001 excusas para tratar de hacerme ver mi error, para burlarse o para hacerme advertencias. Pero la que siempre me quedó presente fue la que me hizo un familiar que estaba dando clases en una universidad.

Primero me comentó que en uno de los salones tenía un alumno cristiano, pero que este se la pasaba distraído en clases y apático en su materia, y cuando por fin se atrevió a preguntarle el por qué, y le contestó que porque él confiaba en el Dios Todopoderoso y que no necesitaba que ningún maestro le enseñara porque tenía al Espíritu Santo que le revelaba todo lo que necesita saber. La advertencia de mi tía fue: ¡espero que tú no seas así!

La Biblia nos enseña a no poner nuestra confianza en aquello que el mundo considera una buena protección, defensa o fortaleza. Sin embargo, no nos dice que las ignoremos. David tenía un formidable ejército, con hombres sumamente diestros, sin embargo sabía que no era ese ejército el que le daría la victoria. David tenía mucha habilidad, pero había aprendido por experiencia propia que ni la fuerza ni el tamaño son suficientes para ganar una pelea (y lo sabía porque en su adolescencia había matado a un gigante guerrero siendo él tan sólo un pastorcito de ovejas).

En pocas palabras, la Biblia nos enseña que no seamos ni muy religiosos, pero tampoco muy materialistas. Es un enorme problema llegar a los extremos.

No podemos afanarnos por lo material: una buena profesión o puesto, bienes materiales, etc., porque perderemos de vista que Dios es el proveedor. Pero tampoco podemos afanarnos solo por lo espiritual: una vida religiosa, un ministerio, etc., porque olvidaremos que existe un mundo real en el que se debe manifestar la vida espiritual.

No seas ni muy muy, ni tan tan. Prepárate en lo físico, natural y material; pero crece en lo espiritual porque tu confianza no puede estar en lo natural, sino en Dios. Te recuerdo lo que pasó con Gedeón, tenía un ejército de 22mil soldados, pero confió en Dios y peleó con sólo 300 hombres y ganó.

Definitivamente prepárate físicamente (estudia, trabaja, ahorra, etc.) porque es necesario y no pongas de pretexto el que Dios está contigo o eres espiritual; y cuando dispongas todo lo que posees al servicio de Dios, pon tu absoluta confianza en Él y no en lo que tienes. Y verás como Él se glorifica.

Comentarios

Los más leídos