Y Fueron 10 Años
Amigos, algunos de ustedes saben que me dedico a dar conferencias, lo que quizás no saben es que la mayoría de esas conferencias son “monólogos”. Así que aquí les dedico uno a ustedes, espero que se diviertan tanto como yo al hacerlo.
¿Cómo olvidar mis años de primaria y secundaria? Sé que hoy en día es diferente, pero aquí les va mi experiencia en esos tiempos.
Yo no sé ustedes, pero no podría olvidar el
uniforme escolar, que obviamente para muchos era un trauma, porque si tus
hermanos estudiaron allí, te tocaba heredar el uniforme. Así que te compraban
pantalón, pero andabas la camisa desteñida. Ah y ni cómo olvidar aquel escudo
que tenías que ponerte con un seguro todo oxidado que seguro te morías de saber
que infección si te pinchabas. O qué decir de los parches bordados del
pantalón, o de las camisas al indicar el mismo salón pero diferente grado.
¿Recuerdas
los lunes? ¡Sí! honores a la bandera, todos teníamos que dirigirnos a la plaza
cívica y empezaba el profe “tomen distancia”, y no podía faltar el clásico “¿Y
yo de quién tomo distancia?”, pregunta hecha obviamente por el que estaba hasta
el frente de la fila, que dicho sea de paso era al pobre que le pegaba todo el
sol y quién recibía un “coco” de parte del profe “No se haga el chistoso”. Así
como tampoco podía faltar aquél que ponían hasta el frente del grupo porque se
estaba portando mal. O el trauma de que ese lunes tocara la escolta de las
“kínder garden” ahhhhh “Paso re-doblado” (qué por cierto, te aseguro que hasta
ahora te diste cuenta que no era “paso de roblado”) tú ya querías que
terminaran de marchar. Y para acabarla, si le tocaba dirigir efemérides al
grupo donde estaba el cerebrito, deseabas que no le tocaran las efemérides de
la semana, porque ese méndigo investigaba hasta si ese día le salió el bigotito
a Benito Juárez.
¿Qué
tal el himno nacional? Hoy están en la gloria, yo recuerdo que me hicieron
aprender 4 estrofas más el coro del himno nacional, y luego el himno a Chiapas.
Pedías a Dios que no fuese el aniversario luctuoso o de nacimiento de Belisario
Domínguez, porque si no, otro himno más.
Y,
¿qué tal las mochilas? Hoy viven en la gloria, pero si no mal recuerdo, tenía
que llevar, cuadernos para cada materia (por cierto una ventaja de esos tiempos
era que no tenías que decidir entre spider man o capitán América, princesas o
lady gaga en la portada porque todos los cuadernos tenían que ir forrados de un
mismo color), con su respectivo libro, ah que por cierto en más de una ocasión
manchaste por el méndigo sándwich de mermelada que te puso mamá, el Pequeño
Diccionario Larrouse Ilustrado, que dicho sea de paso de pequeño no tenía nada
y de ilustrado menos, por sólo 4 hojitas a colores que tenía. Ah pero si tenías
hermanos mayores, ese diccionario ya te llegó como enciclopedia (en 4 o más
tomos). Ah no sé por qué, pero te aseguro que en este momento comenzaste a
pensar en BALDOR (si este mítico personaje legendario de las escuelas), por cierto yo no me he olvidado de Baldor, pero debo admitir que no recuerdo que aprendí de él. En fin, llevábamos a cuesta casi 30 kilos porque no había
mochilitas de rueditas, ahora entiendo porque éramos más atléticos. Y no podía
faltar todo el juego geométrico que seguramente te dejó recuerdo porque en más
de una ocasión te enterrabas la canija punta del compás, ah porque sólo los
fresas tenían cajitas para estos útiles, la mayoría o teníamos bolsitas de
soguita o lo llevaban desparramados al fondo de la mochila.
Por
cierto, las TAREAS, sí eran tareas. De entrada tu mamá te supervisaba y cuidado
si decía “no entiendo”, porque tenían ese método didáctido-pedagógico infalible
de “pues no te paras de esa silla hasta que entiendas, porque aahhh cuidadito
de ti y si te paras antes”. O que tal las de investigación, tenías que correr a
la biblioteca con la esperanza de que nadie haya llegado antes y se haya
llevado el único libro que tenían en existencia para poder sacarle copias. Si
no a marcarle al amigo para ver si había conseguido la información. Si era así
salías disparado a su casa y le dejabas el recado a mamá: “Mami, me fui a casa
de Luisito a hacer tarea, te dejo el número de teléfono de su casa por si
necesitas algo. Pero si te urge, sales y pegas un grito, ya sabes que vive aquí
enfrente”.
¿Recuerdas
los exámenes? Antes del examen, no faltaba el “profe, me permite ir al baño”, y
te ibas todo el camino al baño “shin, voy a reprobar, no estudié nada”, hasta
que te topabas en el baño a alguien más que decía “no te preocupes, no nos
puede reprobar a todos”, y ya tú regresabas feliz al examen sabiendo que no
fuiste el único que no estudió.
Y
¿nunca te tocó revisión? “¿A dónde con ese peinado?, viene a la escuela,
péinese, no venga con los pelos parados.” “Aquí no se aceptan niñas con el pelo
pintado, se va de regreso” “Ahh tiene usted piojo, no regresa hasta que le
hayan aplicado Her-Klin” “A ver cómo trae las uñas, están cortas y limpias..
uiiii que es esto, si así tiene las uñas que se ven, como tendrá los calzones
que no se ven.”
Por
cierto, te aseguro que no has de olvidar la mayoría de los nombres de tus
amigos, porque cada hora, cada día pasaban lista: Aguilar Ballinas…, Araujo
Nucamendi…, Barrientos Trujillo…, Borrallez Mazariego…, Castañón Aguilar…, y
así hasta llegar a Zepeda Gordillo… (cualquier parecido con la realidad fue
mera coincidencia ehh).
Y
estoy seguro que hay muchas anécdotas más, pero con éstas bastan para que te
des cuenta de por qué nunca olvidaré esos hermosos años. ¡Y fueron 10 años!
Comentarios