De Rodillas

De Rodillas
¿Has doblado tus rodillas ante el Señor últimamente?
Descubre como el postrarnos en oración cambia nuestra perspectiva

Pero si confesamos a Dios nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará y nos limpiará de toda maldad. (1 Juan 1:9)

En cierta ocasión en que decidí ayudar a limpiar la casa, creí haber terminado cuando algo se me cayó y tuve que arrodillarme para sacarlo de debajo de un mueble. La sorpresa fue lo que encontré debajo del mueble, fue increíble toda la suciedad que pude ver al estar tan sólo un momento arrodillado.

Eso me hizo pensar en lo que sucede cada vez que oramos. Y es que es increíble cómo nuestra perspectiva puede cambiar tanto al estar de rodillas ante el Señor. Y al cambiar esa perspectiva cambia también nuestra oración. Y es que el postrarse, o arrodillarse ante el Señor es una muestra de humillación delante del Señor, y damos oportunidad de que nos muestre aquello que no le agrade. Así que te invito a que tomes un momento tranquilo en el día, en el que dobles tus rodillas ante el Señor y pídele como David pedía: Examíname, Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos. Señálame lo que en mí te ofende, y guíame por la senda de la vida eterna (Salmo 139:23-24).

Cuando el Señor nos muestre lo sucio de nuestras vidas, no es para que condenarte, sino para que camines hacia la voluntad de Dios: confesar tu pecado al Señor. Así que es importante reconocer que nuestros pecados lastiman al Padre. Debemos llamar al pecado por lo que es: pecado; no es un mal hábito, una mala decisión, o un error. Pecado es pecado, y su raíz es la rebelión y el deseo de ser independiente de Dios. Pero Dios nos ama tanto que sacrificó a su Hijo por nuestros pecados.

Es cierto, el sacrificio de Jesús en la cruz es lo que nos da el perdón, pero confesar nuestros pecados al Señor es la forma en la que reconocemos y recordamos que necesitamos al Salvador. Y es que al ser honestos con Dios respecto a nuestro pecado, descubrimos un gran tesoro: Él nos ama tal y como somos, y al mismo tiempo desea transformar nuestro carácter para ser más como su Hijo Jesús.

Así que la próxima vez que ores al Señor, recuerda doblar tus rodillas y pedir al Señor que perdone todo pecado cometido y cambie todo lo malo en tu ser.

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