De haber sabido

 
 
Si jamás has hecho algo que tus papás te advirtieron que no hicieras; para después de haberlo hecho te has arrepentido o lo has lamentado, entonces no eres un adolescente común y corriente. Además...
 
 


Si tus papás no te han dicho o nunca llegan a decirte: "Ojalá a mí me hubieran dicho lo que ahora yo te digo". U "Ojalá y a tu edad yo hubiese sabido todo lo que ahora sé, me hubiera librado de tantas cosas". Entonces, no tienes papás normales y jamás habrás tenido una adolescencia divertida.

Aunque, estoy seguro de que ya lo has escuchado, o te han dicho algo similar, después de que algún adulto te ha llamado la atención o te ha corregido en algo. Y es que cuando se es joven, uno cree que el mundo nos queda pequeño, se tiene el vigor y el deseo de conquistarlo. Nos creemos inmortales y hacemos la mayoría de las cosas sin pensar en sus consecuencias. Pero, cuando se es adulto, la perspectiva de las cosas cambia, porque ya no se tiene las mismas fuerzas y además se cuenta con experiencia, lo que te mantiene alerta ante posibles peligros. Y esta experiencia, tanto de cosas buenas como malas, hacen que surga el pensamiento de: cómo no supe esto antes, ¡de haber sabido!




Hay quienes te dirán que la juventud es para experimentar, y que ya de adulto se vive con las consecuencias tratando de no repetir los mismos errores, a esto le llaman “la experiencia o golpes de la vida”. Pero, ¿sabes qué? Dios no está de acuerdo con esto. ¿Por qué? Porque, aunque Él está interesado en que disfrutes de tu juventud, Él desea que no la desperdicies cometiendo errores que pueden llegar a dejarte una herida o marcado de por vida. Es por ello que en Su Palabra dejó una serie de instrucciones para la vida: los Proverbios. Para que desde ahora aproveches tu vida al máximo.

 

Estas instrucciones para aprender a vivir comienzan con el mejor consejo: Valorar, honrar, respetar (temer) a Dios, éste es el principio de la sabiduría. ¡No lo olvides!

 
Proverbios de Salomón, hijo de David, rey de Israel: para adquirir sabiduría y disciplina, para ayudar a comprender las palabras inteligentes; para recibir instrucción, prudencia, justicia y equilibrio; para infundir sagacidad a los inexpertos, conocimiento y madurez a los jóvenes. El que es sabio y los escucha, adquiere mayor sabiduría, y el entendido recibe dirección para entender los proverbios, los dichos de los sabios y sus enigmas. Lo primero que hay que hacer para empezar a ser sabios, es honrar al Señor. Sólo los necios desprecian la sabiduría y la disciplina. (Proverbios 1:1-7 NBV)

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