Enseñanos a orar


Un día estaba Jesús orando en cierto lugar. Cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos:
—Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos. (Lc 11:1)

¿Por qué los disícpulos del Maestro le pidieron: "enséñanos a orar"? ¿Por qué no le pidieron: "enséñanos a echar fuera demonios?, o ¿por qué no le pidieron que les enseñara sanar enfermos, ciegos o leprosos?, o incluso, ¿por qué no le pidieron que les enseñara cómo resucitar muertos"? ¿Por qué? Nuevamente me pregunto...



Los discípulos estuvieron con Jesús en todo tiempo, caminaron con Él, convivieron con Él. Lo veían realizar grandes milagros y acciones maravillosas. Pero al parecer lo que más les llamó la atención era ver a Jesús, cada día, levantarse como a eso de las 4 de la mañana, retirarse de ellos hacia un lugar en el que quizás se postraba y se mantenía orando hasta que la luz del sol iluminaba el ambiente (6:30 aprox). Y cada vez que terminaba lo veían ponerse de pie, y dirigirse hacia donde ellos estaban y les decía: "Bueno muchachos, es hora de ir a tal aldea a realizar la labor que Mi Padre me ha encomendado".

Era entonces que los discípulos lo veían caminar en las calles y los demonios huían, los enfermos sanaban, y hasta los muertos resucitaban. Así que, los discípulos reconocieron que algo pasaba en el tiempo de oración de Jesús, algo que lo habilitaba o capacitaba para todo lo que realizaba durante el día. 

Obviamente tuvieron que pedirle: "Enséñanos a orar". Sabían que era la única forma en que recibirían esa misma capacitación que el Maestro recibía para hacer la obra de Dios, Su Padre, en la tierra. ¿Y tú y yo? ¿Hemos hecho la misma petición al Señor?



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