Cronicas sexuales capitulo dos

No tardé mucho en darme cuenta que había algo distorsionando la idea sana y correcta de mi sexualidad. Me atrapó y era como estar en arenas movedizas, entre más intentaba salir de ella, más fácilmente me hundía.


Capítulo Dos: Arenas Movedizas
Imposible detenerme y no querer continuar con esta aventura. Y es que lo poco que había explorado me llevó a descubrimientos sorprendentes, por tanto deseaba encontrar más. Estaba convencido de que tenía que haber mucho más. Así que, sin tomar en cuenta los riesgos y peligros que estaban por delante, continué solo (¡Mala idea! pero, ¿cómo no, si no había quién me advirtiese? Aunque en realidad a todo aquél que intentaba advertirme acerca de algo, lo consideraba aburrido y mojigato).

Así que me interné más y más en esta aventura creyendo que todo era inofensivo y seguro, hasta que caí en una trampa mortal, una especie de “arenas movedizas”.

¿Recuerdas que comenté acerca de los ‘expertos’ que suelen llegar como invitados a las escuelas?, bueno pues la mayoría de estos terminaban sus conferencias aconsejando: “Chicos, su cuerpo está experimentando cambios, así que conozcan el suyo, explórenlo”, por lo que la mayoría de mis compañeros comenzaron a visitar a “doña Manuela”. Sinceramente no sabía quién era, hasta que me explicaron que era el término que se usaba para referirse a la experiencia con la masturbación o gratificación personal. Tengo que aceptar que yo no le entré a esa onda, porque creo que es malo. Ya sé, estás pensando: “Ai no inventes”, si es que no te estás matando de la risa lleno de incredulidad; pero en verdad yo creo que masturbarse es malo, porque ocasiona pérdida de memoria y… otras cosas que en este momento no logro recordar, pero de que es mala, es mala.


Pero bueno, todos los ‘expertos’ solían decir una y otra vez que ‘tocarse’ no tenía nada de malo, que incluso era necesario y bueno para ‘liberar tensión’. Pero comencé a tener a amigos y amigas, incluyéndome, que nos sentíamos muy mal, a pesar de que sí había un alivio de tensión, al final se convertía en vergüenza, en algunos baja autoestima, y en la mayoría temor a lo que los demás pudieran pensar, porque teníamos problemas con la masturbación (y ¡sí!, la masturbación no es solo un problema de los chicos).


Algunos y algunas de ellas se habían hecho dependientes y adictos a la masturbación desde muy pequeños. Algunos de ellos sentían la necesidad de masturbarse antes de ir a sus citas, incluso uno de ellos que era casado me confesó que su primer matrimonio fracasó debido a que la masturbación se convirtió en un hábito controlador y enfermizo, se ‘entrenó’ tanto para satisfacerse sólo que no encontraba satisfacción con su esposa, y ella se cansó de intentar, sin éxito, satisfacerle.

Lo que descubrimos fue que la gratificación personal, en vez de satisfacer la necesidad o tensión sexual, los intensificaba e incluso a algunos los llevó sostener relaciones sexuales de manera precipitada.

Y aunque la lucha de la mayoría de los que decidimos romper con ese hábito fue dura, al menos yo me ponía a hacer ejercicio por las noches a fin de terminar muy cansado y así no ceder, a veces salía a caminar hasta que me cansara y otras veces procuraba dormir en compañía de algún amigo o familiar que no tuviese adicción a la masturbación o pornografía, para que por lo menos la vergüenza me lo impidiera. Valió la pena.

Pero bueno, logré salir de una, pero quedaron secuelas, y fue así como quedé atrapado en una especie de "arenas movedizas" llamada: pornografía. ¿Cómo empezó? De una de las formas más clásicas. Encontré, de casualidad, una revista, tú sabes, de esas que algún familiar suele esconder debajo de su cama y que descubres accidentalmente jugando a las escondidas. No tenía sexo explícito, contenía más bien imágenes eróticas, pero eso comenzó a estimular mis hormonas y fue suficiente para quedar enganchado. Algo así como lo que te pasa ahora cuando se abre una ventana mientras navegas que te invita a descargar los "packs" de las chicas más sexys de las redes sociales.








Con los amigos cooperábamos para comprar los especiales de traje de baño, pero poco a poco esto nos llevó a tratar de conseguir revistas con contenido sexual más fuerte. Así que, más pronto de lo que imaginamos, íbamos a un puesto de revistas, el menos concurrido porque nos resultaba un poco vergonzoso de cierta manera. Y es que para adquirirlas tenías que ir hasta el fondo del puesto, y caminar todo el pasillo con la revista en la mano hasta la entrada, que era donde estaba la caja. Así que esperábamos hasta que no hubiera gente para que no nos vieran comprándolas. Y así fuimos adquiriendo revistas más y más explícitas. Hasta llegar al mundo de los vídeos de sexo explícito. Obvio, que si eres un chico que nació de 1990 hacía acá te estás matando de la risa porque hoy en día es mucho más fácil conseguir pornografía y ni siquiera tienes que pagar; con solo dar click, es muy fácil hallar películas pornográficas que de otro tipo. De hecho, se producen 11,000 películas pornográficas por cada 400 que hace Hollywood. Sí, ¡qué negociazo para estos tipos!


La pornografía resultó ser como una droga, cada vez necesitaba algo más y más fuerte. Y no tienes idea de cuantas veces le dije a Dios, y a mí mismo, que nunca más volvería a caer en la tentación, tan sólo para que en menos de lo que pensaba o esperaba, estuviera cayendo nuevamente (cae más rápido un hablador que un cojo, ¿no es así?). Por eso digo que era como estar en arenas movedizas, que entre más intentaba salir de ella, más fácilmente me hundía.

No tardé mucho para darme cuenta de que la pornografía distorsionaba la idea sana y correcta que tenía acerca de lo que realmente somos, sexualmente hablando: la de un hombre destinado a satisfacer a una sola mujer toda su vida. O la de una mujer disfrutando del amor y el placer con el hombre de toda su vida. O acerca de la intimidad sana e inocente en la que ambos aprenden juntos. Y es que siempre se veía a un hombre aprovechándose de la indefensa chica; o una mujer aprovechándose del inexperto chico. O mostrando que el agresivo sexual o la mujer aventada y "muy cachonda", son los únicos que disfrutan. Y en verdad llegué a creer que esa "fantasía actuada" era la realidad.

Cada vez que estaba expuesto a las imágenes o escenas hacía una pausa y pensaba: “¿Cómo es posible que permitas o te atrevas a exhibir algo tan íntimo y hermoso?”. Pero bueno, le daba play y a seguir viendo todas esas escenas tontas y fantasiosas pero que me resultaban tan deleitantes.

Espero que no sepas esto de primera mano, pero en la pornografía no se hace distinción del sexo, del amor y de la intimidad. Se muestran personas teniendo sexo con perfectos desconocidos, con el fin de obtener tan sólo un placer momentáneo, sin importar los sentimientos u emociones. Se muestran cuerpos usados para obtener lo que se quiere y una vez obtenido a desecharlos. De hecho, ¿sabías que la palabra pornografía significa “escritos acerca de prostitución”*? Ahora entiendo porque en realidad, nunca verás escenas de ‘amor’ y ni siquiera de sexo real, sino escenas del sexo comercial, que dicho sea de paso es ilegal en casi todo el mundo. (Aunque no falte quien diga que "es ilegal sólo cuando te atrapan").


La exposición a esas imágenes e ideas implícitas, me llevó a creer que el sexo es algo que se debe o se puede obtener en cualquier momento, en cualquier lugar, con cualquier persona y sin consecuencias. Que era tan sólo un mero placer físico, algo así como el instinto de los animales: “¿tienes ganas? ¡Just Do It! (¡Sólo hazlo!, pues)”. Me llevaba a fantasear con la idea de ir a una ‘party’ o de antro y toparme con una chava realmente ‘hot’ y tener un diálogo más o menos así:
– ¿Qué haces?
– ¡Nada!, ¿y tú?
– Pues lo mismo, ¿por qué no tenemos sexo para romper el hielo?
O quizás, ver a una chica y acercarme:
– ¡Hola!, ¿cómo te llamas?
– Perdón, pero no hablo con extraños.
– Pues entonces tengamos sexo para empezar a conocernos.

¡Sí!, ya sé. ¡Exagerado! Pero a eso me llevó. Se distorsionó totalmente mi idea del sexo e incluso de la forma correcta de ver a una mujer, de los motivos correctos para acercarse a una chica, y de la manera pura de cortejar a una bella dama. Y es que me hizo creer que las mujeres no son seres humanos con emociones y sentimientos, sino conejitas o mascotas con las cuáles sólo se juega. O unas muñequitas de aparador, algo así como mercancía en catálogos para que puedas elegir entre la que más te guste. Incluso, pensaba que por el hecho de invitar a salir a alguna chica debía recompensarme con sexo. O que, en más de una ocasión, tendría la oportunidad de recrear algunas de las escenas vistas.

Mi mente llegó a corromperse tanto que incluso llegué a tener una muy seria confusión acerca de mi propia sexualidad. Y es que la pornografía afecta tanto tu mente que altera hasta la percepción que tienes de ti mismo. Además que, como luego corroboré, que el cerebro empequeñece a causa de una adicción a la pornografía.


¿¡Qué!? ¡No es broma!, yo también pensé que era algo para asustar a los adictos como yo. Pero luego investigué y descubrí que la Max Planck Institute for Human Development verdad hizo un estudio y llegó a esta conclusión.

Mis ojos comenzaron a ver el grave problema en el que me encontraba, cuando conocí a personas que se hundían tanto en la pornografía, que llegaban a pensar que la mujer solo vale por el cuerpo que tenga, que debía ser humillada, incluso hasta forzada, argumentando que eso le produce placer (masoquismo y hasta violación); en pocas palabras, a considerar a la mujer como una prostituta (no te olvides el significado de Pornografía). Algunos se enfermaron a tal grado que hasta consideraban que los niños o niñas (Lolitas) deberían tener sexo, y los llevó a consumir algo que no sólo es ilegal, sino que yo lo considero grotesco ‘pornografía infantil’. ¡Ah! Y si pensabas que era sólo cosa de hombres, pues también conocí a amigas que llegaron a considerar que exhibir su cuerpo era sexy e inofensivo, aunque luego terminaron circulando por toda la red, y no faltaba la que llegó a pensar que la prostitución era algo divertido y atractivo, por lo que se ofrecía o sus packs para obtener cosas que deseaba (cómo su iPhone), o sólo por el placer de tener manoseos o

sexo ocasional con desconocidos, y algunas de ellas eran casadas (si supieras la realidad detrás de la prostitución, la mayoría de esas chicas están en ese mundo por necesidad o aún en contra de su voluntad). Y definitivamente, no quería eso para mí.



La pornografía es una trampa, esperando por alguien que ponga un pie dentro. Muchos piensan que mientras no pasen de cierto grado de erotismo, o de sólo enviarse fotos o videos (sexting) o "el pack", no hay problema, que eso es inofensivo y hasta ‘cosa de niños’. ¡Mentira! Este es el comienzo de lo que puede convertirse en una terrible adicción y conforme ésta se intensifique, se comienza uno a insensibilizar, porque las imágenes ya no satisfacen por más que las ve una y otra vez y entonces comienza la búsqueda por experimentar y llegar así a intentar personificar las escenas que vio, a buscar personas reales para convertirse en un personaje de aquello a lo que ha estado expuesto.
Tristemente, nuestra sociedad está ahora repleta de imágenes llenas de sensualidad y sexualidad, se aplaude y hasta se promueve la sensualidad y erotismo. Y muchas de esas imágenes son tan falsas y pervertidas que hasta da miedo. Mi consejo: ¡Cuídate de lo que ves! La vida no se trata sólo de sexo, hay mucho más afuera y mucho de eso aún más satisfactorio.

El sexo no es una especie de deporte o concurso en el que tienes que anotar, ganar o conquistar más que los demás.

Déjame decirte algo más: “La pornografía no trae satisfacción”. Y si ya estás atrapado en ella: ¡pide perdón y ayuda a Dios! No creas que el problema se irá en cuanto te cases, o que no afecta a nadie más, o que no estás lastimando a nadie. Porque de hecho te estás lastimando a ti mismo, a tu futuro cónyuge, e incluso a muchos protagonistas de esas películas o imágenes pornográficas; porque, lo creas o no, están allí en contra de su voluntad e incluso hasta drogados para realizar esas escenas, o han sido vendidos o forzados (si no me crees investígalo por tu propia cuenta) y tristemente continuará mientras exista demanda por pornografía.



¿Qué hice para salir? 
Uno, me puse a pensar seriamente acerca de las consecuencias (recuerda que todo lo que haces trae sus consecuencias) y entonces comprendí que en mi intento de encontrar amor verdadero e intimidad, había caído en esta trampa, siendo que Dios es quien puede suplir mi necesidad de amor e intimidad verdadera.

Dos, admití que tenía problemas con la pornografía y acepté Ayuda. Por ejemplo: un amigo a quien contarle cuando me sienta débil y a punto de caer nuevamente; no estar a solas sino acompañado por personas que no ven pornografía; usar computadora en lugares muy públicos; poner programas antiporn en la compu o el móvil; permití que mis padres tuvieran acceso a mis cosas personales, etc.

Tres, cuidé mi corazón. Las imágenes de la pornografía corrompen. Así que en vez de fantasear hacia donde la lujuria quiere llevarme, procuro pensar en lo que es el verdadero amor, en lo que es honroso en cualquier relación, en lo que es justo, en lo que es puro, en todo lo que sea bello y admirable.

Ahora, déjame decirte que no ha sido fácil, ni fue de la noche a la mañana. Y lo más importante, jamás pude solo. Necesité de alguien que estaba afuera para poder salir. Y es que definitivamente, para salir de las arenas movedizas, necesitas que alguien que no esté en ellas te lance algo para que lo tomes y te jalen hacia afuera. Así que te aconsejo que tengas en cuenta a quien me ayuda a mí. ¡Considera aceptar la ayuda de Dios!

Y aunque me gustaría poder decirte que ésta fue la única ocasión en que explorando mi sexualidad, y en mi búsqueda por el amor verdadero, perdí el rumbo; ¡no es así!

En este maravilloso viaje, llegué a una Encrucijada. No sé cómo llegué a ese punto, pero ahora no sabía si debía seguir a la derecha, a la izquierda, o de frente. ¿Cómo saber cuál era el camino correcto a seguir para encontrar a ese amor verdadero que tanto anhelaba?

NOTAS:
* Pornografía, del griego Pornographos.
* Te recomiendo un libro: Dios es un burdel de Daniel Walker, te abrirá aun más los ojos acerca de la pornografía y la trata de personas.

Próximo capítulo: Encrucijada (¿Sexo por amor o amor por sexo?)

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