Presenta tu caso a Dios

¿Cómo nos sentimos cuando nos sentimos agobiados por tanto problema? ¿Qué sucede cuando estamos en aflicción?

Nos sentimos sin esperanza, porque descubrimos que todo falla: que hay cosas que el dinero no puede comprar; que hay cosas que nuestra astucia o inteligencia no pueden superar; que incluso los amigos o familiares no pueden consolarnos, o lo más triste, ellos mismos nos fallan. Y lo mismo sentimos con respecto a Dios, porque en esos momentos tan difíciles, no se siente la presencia de Dios.

Dios trabaja en lo oculto, en lo secreto. Él siempre se mantiene cerca de Su Pueblo, pero no siempre manifiesta Su presencia. Así que tú puedes ser amado por Dios y sin embargo no te sientes amado por Él en esos momento.

¿Qué debemos hacer? ¡Orar! No olvides que además de tu Padre, es el Juez justo. Así que no dejes de presentar tu caso a Dios, cada día, aun cuando no sientas tu presencia. Este fue el ejemplo que dio David: De mañana escuchas mi voz; muy temprano te expongo mi caso, y quedo esperando tu respuesta. Salmos 5:3 DHH


Los Ingredientes de una oración (caso) ordenada
1. Profundidad espiritual
·      Elige bien por qué orarás o pedirás. David juntaba sus pensamientos como hombre de guerra, apuntaba sus oraciones como si fuesen flechas. No tomaba la flecha y la ponía en el arco y disparaba, y disparaba, y disparaba a cualquier lado; sino que después que había sacado la flecha elegida y la había colocado en la cuerda, apuntaba cuidadosamente. De igual manera, elige bien por qué orarás en este momento, reserva lo demás para otro momento de oración.
·      Ten siempre presente a quién oras. David miraba cuidadosamente al centro del blanco; mantenía su ojo fijo en él, apuntando con su oración, y luego tensaba la cuerda con toda su fuerza y disparaba la flecha; y, cuando la flecha había abandonado su mano, decía "Esperaré." A quien le oras es un Dios vivo, está presente, escucha y responde, no oras al aire, no oras a un ser ficticio, sino al Todopoderoso, a la Roca, al Sanador. Ten en cuenta su naturaleza y sus promesas.
·      Espera resultados. David esperaba para ver adónde se había clavado la flecha, para que ver qué efecto había tenido; pues él esperaba una respuesta a sus oraciones, y no era como muchos que escasamente piensan en sus oraciones una vez que las han dicho. Las oraciones, no son hechas al vacío, tendrán un efecto en lo natural, vive esperando resultados, continúa tu vida expectante de lo que Dios hará.
·      Continúa con tu vida, dando lo mejor y esperando la obra del Señor. David sabía que tenía un compromiso delante de él, que requería de todos sus poderes mentales; reunía todas sus facultades y hacía su trabajo de una manera concienzuda, como alguien que creía en un trabajo que tendría éxito. Nosotros debemos trabajar cuidadosamente y orar cuidadosamente.

Estamos haciendo ahora algo real; cada vez que oras te diriges a Dios, a quien no podemos ver, pero que realmente está presente; a quien no podemos tocar ni oír, ni que podemos percibir con nuestros sentidos, pero que, sin embargo, está tan ciertamente con nosotros como si estuviésemos hablando con un amigo de carne y hueso como nosotros mismos.
2. Claridad en las peticiones
·      No recites una oración como niños que repiten sus lecciones, como un simple asunto de rutina, y mucho menos debemos hablar como si fuésemos maestros instruyendo a sus alumnos, o como un ladrón que detiene a una persona en el camino para exigirle su billetera (Dios dame tal cosa, lo demando en el nombre de Jesús); debemos ser humildes pero arrojados pedidores, humildemente importunando a la misericordia por medio de la sangre del Salvador.
·      La oración debe ser clara, y la petición de algo debe ser definida y clara, porque la mente se ha dado cuenta de la evidente necesidad de lo pedido, y por tanto, debe suplicar por ello. Es bueno no andarse con rodeos en la oración, sino que debemos ir directamente al grano.

3. Completa sumisión
·      Aunque podamos pedir por cosas que sean para nuestro beneficio, no debemos permitir nunca que nuestro beneficio interfiera de alguna manera con la gloria de Dios.
·      Nunca olvides, en toda petición, anhelar que se haga la voluntad del Padre. Tal como Jesús expresó en la oración en Getsemaní.

Conclusión
Pon estas tres cosas juntas: la profunda espiritualidad que reconoce a la oración como una conversación real con el Dios invisible, mucha claridad en tu oración, pidiendo aquello que sabemos que necesitamos, y con todo ello, mucho fervor, creyendo que la petición es necesaria, y por tanto, resueltos a obtenerla si puede ser obtenida mediante la oración, y sobre todo ello, completa sumisión, aceptando en todo la voluntad del Señor; mezclen todos estos ingredientes, y podrán tener una clara idea de lo que significa ordenar su causa delante del Señor.

Cada vez que oras, es como si el Señor te tomara entre sus manos, para acercarte a Su oído y corazón, y allí tenerte bajo su cuidado, consuelo y protección.

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