Cuando el sufrimiento llega - dia 4

Entonces Elifaz el temanita respondió a Job:
«¿Podrías ser paciente y permitirme que te diga unas palabras? Pues, ¿quién podría quedarse callado?

»Antes alentabas a mucha gente y fortalecías a los débiles. Tus palabras daban apoyo a los que caían; animabas a los de rodillas temblorosas. Sin embargo, ahora que las desgracias te acosan, te desanimas; te llenas de miedo cuando te afectan a ti. ¿No te da confianza tu reverencia a Dios? ¿No te da esperanza tu vida de integridad?

»¡Detente a pensar! ¿Mueren los inocentes? ¿Cuándo han sido destruidos los justos? La experiencia me dice que los que siembran problemas y cultivan el mal, eso cosecharán. Un soplo de Dios los destruye y se desvanecen con una ráfaga de su enojo. Ruge el león y gruñen los gatos monteses, pero a los leones fuertes se les romperán los dientes. El feroz león morirá de hambre por falta de presa, y los cachorros de la leona serán dispersados.

»En secreto recibí esta verdad, como si me la hubieran susurrado al oído. Me llegó en una inquietante visión durante la noche, cuando la gente duerme profundamente. El miedo se apoderó de mí, y mis huesos temblaron. Un espíritu pasó frente a mi cara, y se me pusieron los pelos de punta. El espíritu se detuvo, pero no pude ver su forma; había una silueta delante de mis ojos. En el silencio, oí una voz que dijo: “¿Puede un mortal ser inocente ante Dios? ¿Puede alguien ser puro ante el Creador?”.

»Si Dios no confía en sus propios ángeles y acusa a sus mensajeros de necedad, ¡cuánto menos confiará en los seres humanos hechos de barro! Están hechos de polvo, son aplastados tan fácilmente como una polilla. Están vivos en la mañana pero muertos por la tarde y desaparecen para siempre sin dejar rastro. Se les arrancan las cuerdas, se derrumba la carpa y mueren en ignorancia.

»Por más que grites por ayuda, ¿quién te responderá? ¿Cuál de los ángeles te ayudará? Te aseguro que el resentimiento destruye al necio, y los celos matan al ingenuo. He visto a los necios triunfar momentáneamente en la vida, pero después llega la calamidad repentina. Sus hijos quedan abandonados y lejos de toda ayuda; los oprimen en el tribunal y no hay quien los defienda. Su cosecha la devoran los hambrientos, aun cuando esté rodeada de zarzas; los sedientos jadean tras su riqueza. El mal no germina del suelo ni la aflicción brota de la tierra, pero la gente nace para tener problemas tan cierto como que las chispas vuelan del fuego.

»Si yo estuviera en tu lugar, me acercaría a Dios y le presentaría mi caso. Él hace grandezas, demasiado maravillosas para comprenderlas, y realiza milagros incontables. Él envía lluvia a la tierra y agua a los campos. Él hace prosperar a los pobres y protege a los que sufren. Él frustra los planes de los que traman para que el trabajo de sus manos no prospere. Él atrapa a los sabios en su propia astucia y desbarata sus ingeniosas maquinaciones. Encuentran oscuridad en pleno día y andan a tientas al mediodía, como si fuera de noche. Él rescata a los pobres de las palabras hirientes de los fuertes y los rescata de las garras de los poderosos; por fin los pobres tienen esperanza y las fauces de los malvados son cerradas.

»¡Pero considera la alegría de aquellos a quienes Dios corrige! Cuando peques, no menosprecies la disciplina del Todopoderoso. Pues aunque él hiere, también venda las heridas; él golpea, pero sus manos también sanan. Te rescatará de seis desastres; aun en el séptimo, te guardará del mal. Te salvará de la muerte en tiempo de hambre y del poder de la espada en tiempo de guerra. Estarás seguro ante la calumnia y no tendrás miedo cuando llegue la destrucción. Te reirás de la destrucción y del hambre, y no tendrás terror de los animales salvajes. Estarás en paz con las piedras del campo y los animales salvajes estarán en paz contigo. Sabrás que tu hogar está seguro; cuando revises tus posesiones, no te faltará nada. Tendrás muchos hijos; ¡tus descendientes serán tan abundantes como la hierba! Llegarás a la tumba de edad avanzada, ¡como una gavilla de grano cosechada a su debido tiempo!

»Hemos estudiado la vida y resulta que todo esto es verdad; escucha mi consejo y aplícalo a ti mismo».
Continuará ...

Estar En duelo
Es sufrir una pena intensa, la cuál embarga cuando nos vemos privados de algo a lo que damos valor, o al quedarnos sin alguien a quien uno ama o incluso una parte de nuestro cuerpo. Al sufrirlo, lo normal es cuestionar la sabiduría y el amor de Dios.

¿Cómo ayudar?
Dios nos anima a llorar con los que lloran (empatía), es decir, a penetrar en su dolor y experiencia. Si no lo hacemos nos precipitamos a dar consejos y sacamos conclusiones equivocadas. O hasta actuar como infalibles y omniscientes. ¡Grave error!

El Punto
Si aconsejas a alguien que está pasando por un momento difícil, no actúes como un “experto o profesional” que tan sólo escucha pero se mantiene a distancia. Quizás tengas que enjuiciar, advertir, exhortar, pero jamás lo hagas frío y a distancia. Ponte en su lugar, “llora con el que llora” para brindar una mejor ayuda.

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