Cuando el sufrimiento llega - día 2

Un día cuando los hijos y las hijas de Job celebraban en casa del hermano mayor, llegó un mensajero a casa de Job con las siguientes noticias: «Sus bueyes estaban arando y los burros comiendo a su lado, cuando los sabeos nos asaltaron. Robaron todos los animales y mataron a los trabajadores, y yo soy el único que escapó para contárselo».
Mientras este mensajero todavía hablaba, llegó otro con esta noticia: «Cayó del cielo el fuego de Dios y calcinó a las ovejas y a todos los pastores; yo soy el único que escapó para contárselo».
Mientras este mensajero todavía hablaba, llegó un tercero con esta noticia: «Tres bandas de saqueadores caldeos robaron sus camellos y mataron a los sirvientes; yo soy el único que escapó para contárselo».
No había terminado de hablar el tercer mensajero cuando llegó otro con esta noticia: «Sus hijos e hijas estaban festejando en casa del hermano mayor y, de pronto, un fuerte viento del desierto llegó y azotó la casa por los cuatro costados. La casa se vino abajo y todos ellos murieron; yo soy el único que escapó para contárselo».

Job se levantó y rasgó su vestido en señal de dolor; después se rasuró la cabeza y se postró en el suelo para adorar y dijo:
«Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo estaré cuando me vaya.
El Señor me dio lo que tenía, y el Señor me lo ha quitado.
¡Alabado sea el nombre del Señor!».
A pesar de todo, Job no pecó porque no culpó a Dios.
 

Un día los miembros de la corte celestial llegaron nuevamente para presentarse delante del Señor, y el Acusador, Satanás, vino con ellos. El Señor le preguntó:
—¿De dónde vienes?
Satanás contestó al Señor:
—He estado recorriendo la tierra, observando todo lo que ocurre.
Entonces el Señor le preguntó a Satanás:
—¿Te has fijado en mi siervo Job? Es el mejor hombre en toda la tierra; es un hombre intachable y de absoluta integridad. Tiene temor de Dios y se mantiene apartado del mal. Además ha conservado su integridad a pesar de que tú me incitaste a que le hiciera daño sin ningún motivo.
Satanás respondió al Señor:
—¡Piel por piel! Cualquier hombre renunciaría a todo lo que tiene para salvar su vida. Así que extiende tu mano y quítale la salud, ¡ten por seguro que te maldecirá en tu propia cara!
—Muy bien, haz con él lo que quieras —dijo el Señor a Satanás—, pero no le quites la vida.
 

Entonces Satanás salió de la presencia del Señor e hirió a Job con terribles llagas en la piel, desde la cabeza hasta los pies.
Job, sentado entre cenizas, se rascaba con un trozo de teja. Su esposa le dijo: «¿Todavía intentas conservar tu integridad? Maldice a Dios y muérete».
Sin embargo, Job contestó: «Hablas como una mujer necia. ¿Aceptaremos solo las cosas buenas que vienen de la mano de Dios y nunca lo malo?». A pesar de todo, Job no dijo nada incorrecto.

Esta historia Continuará ...

Se Preocupa Dios por ti?
En situaciones como las de Job, nos preguntamos si Dios realmente se preocupa por lo que estamos pasando.

Por la experiencia, parece más difícil confiar en Él que obedecerle. Y es que, la voluntad de Dios es racional y razonable; pero las circunstancias en las que debemos confiar en Él, generalmente parecen irracionales e inexplicables.

Pero, confía en Él, no dudes de su soberanía, no cuestiones su bondad. Aprende a ver la adversidad a través de los ojos de la fe, y no del sentido común. No importa qué clase de calamidad o problema estés atravesando; tú puedes estar seguro de que tu Padre celestial tiene un propósito amoroso y un final glorioso.

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