La vida de los hijos de Dios es como la luz en un amanecer... al principio oscura, atemorizante y tenebrosa. Pero al avanzar, caminando en fe, tomados en todo momento de la mano poderosa de nuestro Dios, todo comienza a iluminarse poco a poco, lento pero seguro, hasta que llega el momento en que esa luz, que inició tenue, será perfecta y brillará de tal forma que iluminará todo el lugar de manera espectacular.
Por tanto, no desesperes, Dios está obrando en tu vida, de tal forma que todo aquello oscuro y tenebroso, será desplazado con Su luz incomparable, con su amor inagotable, con su gracia inmerecida, hasta que Su luz en ti, en tu vida, sea perfecta.
Por tanto, persevera, no desistas, permite al Señor perfeccionarse en ti.
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