Santa Locura


En mi adolescencia, cierta ocasión iba rumbo a mi casa en un camión, y una joven con su bebé se sentó a mi lado. En el momento que vi a ese bebé sentí en mi corazón de parte del Señor que debía bendecirlo. Pero, ¿cómo podría yo hacer esa locura?, ¿cómo osaba Dios pedirme que bendijese a un bebé cuya madre no conocía y que muy probablemente me gritaría o golpearía en el momento en que se me ocurriese decirle ‘me permites a tu bebé lo quiero bendecir’?, pero ¿qué estaba pensando el Señor al pedirme que lo bendijese en un camión?

Traté de ignorar una y otra vez esa voz en mi corazón, pero sin éxito alguno. Finalmente accedí, pero comencé a hacerle plática a la joven. Al final descubrí que ella había quedado embarazada, su novio la abandonó, y sus padres la corrieron de su casa. Ni siquiera en la iglesia a la que solía ella asistir la apoyaron. Una y otra vez le metieron la idea a la cabeza de que su bebé venia ‘maldito’, porque fue concebido en pecado. (Dicho sea de paso, todos somos concebidos en pecado, no hay ningún justo y santo entre los seres humanos, así que no entiendo mucho la lógica de esa expresión).

Terminé pidiendo perdón a Dios porque no haber hecho las cosas tal como me las puso en el corazón. Sin duda alguna hubiera sido más clara la imagen y la acción de que alguien que no la conocía hubiese bendecido a su bebé, que las mil y un explicaciones que tuve que darle para que supiese que el Señor consideraba a su bebé una bendición.

Esto me hizo recordar a cierto profeta (debo aclarar, no me estoy considerando ni autonombrando profeta) a quién Dios en una ocasión le pidió que se presentase pelón y una tercera parte de su cabello lo quemara, la otra tercera parte la cortase y la última la arrojase al viento (Ez 5:1-4) ¿Qué loco? Más loco fue que otro día Dios le pidió que hiciera su mochila para irse como se van los exiliados, pero en vez de salir por la puerta de la muralla, hiciese un gran hueco y por allí saliera (Ez 12:1-7). ¿Qué loco? ¡No! Más loco aún que un día lo puso a hacer ‘pan a la estiércol’ (Dios le pidió que cosiese panes sobre estiércol).

¿Por qué? He descubierto que Dios hace grandes o extrañas cosas para llamar la atención. Y usa ejemplos y acciones que quizás a nosotros, quienes llevamos el mensaje, nos resulten ilógicas, locas o descabelladas. Sin embargo, al receptor, le resulta tan obvia esa verdad que no puede negar el hecho de que es Dios quien le habló.

Y ¿es posible discernir si viene de Dios o no? ¡Claro! Dios siempre busca ‘bendecir’ (no lanzar maldiciones sin posibilidad de arrepentimiento), toda acción o palabra que provenga del Señor (aunque parezca loca) siempre edificará, exhortará y consolará. Así que la próxima vez que sientas que debes hacer una locura, analiza y ora porque puede ser el Señor queriéndote usar.

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