Haz lo mejor, aunque no lo valoren



Recuerdo cierta ocasión en la que el profesor dejó una tarea bastante complicada. Yo deseaba una muy
buena calificación, y sabía que podía porque lo que pedían era algo que me gustaba. Me esmeré en conseguir lo mejor para la tarea. Como era de esperarse, me desvelé con tal de dejarlo increíble, digno de un ‘12’.

Ya sabes lo que sucede esos días de entrega de trabajo. Verás en primer lugar al ‘gandallita’ del salón diciendo ‘na me vale’ porque no hizo la tarea. Verás el que acaba de recordar que tenía que entregar una tarea y en ese momento está acabándola como pueda. También podrás notar las tareas que fueron hechas en 10 minutos y al parecer con los pies. Notas de igual forma aquellas tareas a las que les faltó creatividad o ganas de presentar algo mejor. Y finalmente las tareas dignas de estar en una galería de arte.

La enseñanza para mí vino al otro día, cuando el profesor entregó los trabajos y dijo: ‘Fueron buenos trabajos. Todos tienen 9 o 10’. ¡Plop! ¿Cómo era posible eso? ¿De vicio me esforcé tanto? ¿Conoces el sentimiento?

Tengo que admitir que, parte de la molestia se debía al orgullo y quizás sí un poco de arrogancia porque llegué a pensar que mi trabajo era el único que se merecía el 10. Pero la verdad es que era más frustración, porque de haber sabido no me hubiese desvelado, lo hubiese como los demás, total hubiese obtenido la misma calificación que obtuve pero sin tanto esfuerzo.

Fue allí que aprendí dos cosas muy valiosas de la vida:

  • Por un lado, yo no soy nadie para juzgar el trabajo de los demás. El gusto se rompe en géneros así que el hecho de que yo considere que no ‘son buenos’ (o alguien considere que algo que hice no es bueno), no quiere decir que así sea. 
  • Y lo más importante que aprendí es que, no importa que los demás no valoren mi esfuerzo, mi arduo trabajo, mi ‘magnífica labor’; yo siempre debo dar lo mejor. Que no importa si los demás no dan lo mejor o con hacer menos esfuerzo son recompensados de la misma forma en que yo lo soy, o si con menos esfuerzo obtienen lo mismo; yo siempre debo hacer lo mejor porque al final de cuentas el beneficiado soy yo. Ya que en la vida creceré haciendo siempre mi mejor esfuerzo, y eso me asegurará mejores recompensas a la larga, mientras que lo mediocre y malo a la larga me traerá pesar.

Trabajen de buena gana en todo lo que hagan, como si fuera para el Señor y no para la gente. Recuerden que el Señor los recompensará…pero si hacen lo que está mal, recibirán el pago por el mal que hayan hecho (Col 3:23-25)

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