Ten Fe

Cuando comence mi andar en Cristo, había algo que me molestaba mucho. Casí siempre escuchaba decir: ¡Sé Santo así como tu Dios es Santo!, pero ya no me decían 'cómo'. ¡Conságrate más a Cristo!, pero no me decían 'cómo'. O el clásico ¡Ten fe!, pero ¿cómo?

Uno de los errores más comunes en el liderazgo es convertir en teoría aquello que debía ser práctico. Y supongo que es porque nos resulta más fácil hablar que hacer. Es más fácil creernos la idea de que debemos exhibir una vida perfecta (y no me refiero a sin pecado), que debemos demostrar a los demás que no tenemos errores o debilidades. Aunque eso es vez de ayudarte, te atrasará en tu ministerio y sobre todo en poder trasmitir tus enseñanzas a los demás. Porque si hay algo que enseña mejor que las palabras, es el ejemplo. Siendo que la mejor forma de enseñarles a tener fe, por ejemplo, es cuando te ven a ti luchando contra dificultades o momentos que requieren de esa fe en acción.


Quiero compartirte el cómo es que yo aprendí a tener fe, porque es la misma forma en que puedes ayudar a una persona a tener fe: ¡Sé una persona (líder) de carne y hueso! Y esto lo aprendí de mis padres.

Yo había estudiado en diversos institutos bíblicos, y además enseñaba en una Universidad de Teología. Pero mi verdadera y gran lección de fe, fue cuando a mi madre le diagnosticaron cáncer. Y es que allí dejó de ser una clase teórica y pasó a ser una clase práctica. Con unos maestros que no sólo terminaban cada clase diciéndome: ¡Ten fe!, sino demostrándome ¡cómo mantener la fe!

1. No Ocultar La Lucha
Mis padres, eran pastores, y comunicaron su lucha con nosotros, y que juntos saldríamos adelante. No intentaron hacerse los fuertes y perfectos.
Cuando creemos que no podemos demostrar nuestros temores, dudas, tristeza y lo mantenemos oculto; los jóvenes del grupo no pueden ver lo que se puede hacer en esos momentos. Creen que hay una especie especial de 'super dotados espirituales' y que es casi imposible que ellos lo logren. Pero si te ven luchar con lo mismo que ellos luchan, pueden ver que es un proceso que todos pasamos, y pueden ver en vivo lo que pueden hacer. ¡Además que no estarás tampoco tú solo!

2. Muestra Tu Duda, Pero Confía en Dios
Todos en casa expresamos ¿por qué? ¿Por qué a mi madre? ¿Por qué no la sanaba? ¿Nos faltaba fe? ¿Andabamos en pecado como algunos decían?
No es malo expresar nuestras dudas acerca de la sabiduría, justicia o amor de Dios. Pero tampoco olvides que este es el tiempo en que más cerca estará de ti. En que puedes abrazarlo, recostarte en Su pecho mientras externas todas y cada una de tus dudas.
Algo muy útil es poder compartir nuestras dudas y temores con los demás, y sobre todos con los jóvenes a quienes guías, empezando con las que tú has tenido. Y terminar recordando lo que el Señor ha hecho o tiene que decir al respecto.

3. Enójate, Pero No Olvides Cuánto Te Ama
En más de una ocasión todos expresamos nuestro enojo, nuestra molestia, nuestra frustración incluso. Yo llegué al punto de decirle a Dios que si mi madre moría, ¡se olvidara de mí! Y mis padres me decían: ¡no hijo!, demos gracias a Dios por su grande amor. Mira, estamos toda la familia unida.
Tienes derecho a enojarte, a golpear las piernas de Dios en reclamo, y en verdad podrás sentir su abrazo, y escuchar su corazón latir de amor, recordándote todas las bendiciones que tienes, las que vendrán incluso después de esto. Y esto mismo también puedes enseñar a los jóvenes.

4. Muestra Tu Tristeza, Pero Disfruta De Su Gozo
Llegó el momento: mamá tuvo que partir. Había tristeza, y no se ocultó. Había desánimo, ¿por qué no sanó? Las lágrimas fueron parte de ese momento. ¿Por qué ocultarlas? La Biblia misma nos enseña que bienaventurados lo que lloran porque allá serán consolados. Pero esas lágrimas no deben impedir disfrutar del gozo del Señor. Recordando sus promesas: todo esto algún día veré que me ha ayudado a bien, además ella está con el Señor difrutando de una vida más plena que la que disfrutamos quienes nos quedamos.


¡Ten fe!, debería dejar de ser más que una clase teórica, para llevarla a la práctica a través del ejemplo. Se un ejemplo en esos momentos difíciles para los jóvenes o personas que diriges. Que puedan verte en acción más que sólo en predicación. Qué te vean caminar sobre las aguas en medio de la tempestad.

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