¿Orando El Salmo 109?


No sé si soy el único, pero me he topado en la vida con personas que no me han caído nada bien, que tan sólo al verlas he deseado irme del lugar en el que está. 
Aquí entre nos, incluso me he sentido tentado a orar como alguna vez oró David:

Que estas maldiciones sean el castigo del Señor para los que hablan mal de mí: (Sal 109:20)

Que sean pocos sus años; que otro tome su lugar. Que sus hijos queden huérfanos de padre, y su esposa quede viuda. Que sus hijos vaguen como mendigos y que los echen de sus hogares destruidos. Que los acreedores se apoderen de toda su propiedad, y que los extraños se lleven todo lo que ha ganado. Que nadie sea amable con él; que ninguno tenga piedad de sus hijos sin padre. Que toda su descendencia muera; que el nombre de su familia quede borrado en una sola generación. (Sal 109:8-13)

¡Sí! ¿Cómo de que no? ¡Bien bíblico yo! (Sólo para dejarlo en claro es sarcasmo).

Debo admitir que es muy difícil pasar por alto una ofensa, que es muy difícil no guardar rencor; pero el deseo y mandato de nuestro Señor y Maestro es que perdonemos y no guardemos rencor. Es más, estoy casi seguro que Jesús tenía en mente la posibilidad de que más de uno de sus discípulos se viera tentado a repetir las palabras de David, cuando dio el Sermón del Monte. Dejando muy claro que al mal lo debemos vencer con bien. Que si nos maldicen debemos bendecir. Que si quieren abusar de nosotros, nosotros lo hagamos como un favor y hasta hagamos más. Que amemos a nuestros enemigos. Y definitivamente, lo anterior para nada demuestra amor y compasión por ellos.

Este salmo nos recuerda que nos toparemos con personas perversas siempre. Y que aun cuando tú tengas un corazón conforme al del Señor y le seas fiel en santidad y servicio, te verás presa de sus calumnias y sus ataques. Pero recuerda, hemos sido llamados a hacer algo difícil, no vengarnos y ni siquiera clamar por venganza al Señor. Estamos para amar y orar por nuestros enemigos.

He aprendido a pensar de esta forma: Entonces que me maldigan si quieren, ¡pero tú Señor me bendecirás! Y yo los bendeciré.

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