Amando A Los Demás

Amando A Los Demás
¿Es que no siento amarlo?
Descubre porque Jesús enseñó que debemos amar incluso a nuestros enemigos.

Si aman a los que los aman, ¿qué mérito tienen? Porque también los pecadores aman a los que los aman (Lucas 6:32)

Para muchas personas, amar a otros es un concepto un poco medio borroso. Afortunadamente, el amor ágape está definido claramente en las Escrituras. Cuando amor es usado como un sustantivo en las Escrituras, se refiere al carácter. Por ejemplo: “Dios es Amor” (1 Juan 4:8); “El Amor es paciente, el Amor es benigno”, etc. (1 Corintios 13:4-8). El amor es el mayor de los atributos del carácter: “Pero el propósito (la meta) de nuestra instrucción (nuestro mandamiento) es el amor nacido de un corazón puro, de una buena conciencia y de una fe sincera” (1 Timoteo 1:5). Amor es el fruto del Espíritu (Gálatas 5:22), y es por el cuál un verdadero discípulo de Cristo es identificado (Juan 13:35). La atención prestada al amor en pasajes como 1 Corintios 13 y 1 Juan 4 nos revela la importancia que le da Dios a nuestras relaciones interpersonales, de las cuáles la familia es la principal.

El amor ágape no depende de la persona que es amada, sino del que ama. Te puede gustar alguien por como él es; pero amas a alguien por quién tú eres. Por ejemplo, hay cosas que me gustan de mi esposa, pero hay cosas que definitivamente no me gusta. Pero yo soy quien he decidido amarla porque yo deseo hacerla feliz a pesar de todo. El gusto depende de la otra persona, el amor depende de uno mismo. Muchos matrimonios fracasan porque confunden el gusto con el amor; es decir se gustan y dicen "nos amamos"; y en cuanto aparece algo que no les gusta dicen: "ya no nos amamos".

Dios nos ama no porque seamos una ternurita o porque merezcamos ser amados, sino porque Dios es amor. Si fuese de otra forma, el amor de Dios sería condicional. ¿Si te portas bien, entonces Dios te amará más? ¡Por supuesto que no! El amor de Dios por nosotros no está basado en cómo nos portamos, sino en Su carácter.

Pero amor también es usado como un verbo en las Escrituras: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito (único), para que todo aquél que cree en Él, no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:16). Usado de esta forma, amor es gracia en acción. Es dar incondicionalmente para suplir las necesidades de otra persona.

Si tú dices que no amas a alguien, estás diciendo más acerca de ti mismo que de la otra persona. Específicamente, estás diciendo que no tienes la madurez suficiente para amar incondicionalmente (Lucas 6:32). La gracia de Dios nos permite amar a los demás, de una forma que alguien sin Cristo no puede. Dios no te manda que te guste tu familia, tus vecinos o tus compañeros porque no puedes ordenar a tus emociones a responder de esa forma. Pero Él si puede instruirte a que ames a los demás. Porque tú siempre puedes escoger amar y confiar de tal forma que tus sentimientos te sigan.

Que nuestra oración sea pidiendo al Señor que nos enseñe a amar a los demás tal y como Él nos ama.

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