Aplastando Ejércitos
¡Hulk aplasta! ¿Qué tiene que ver Hulk con la reflexión de
la Biblia de hoy? ¿Has visto las películas de Hulk? O ¿conoces la historia de
este personaje? Bueno, es un científico, Bruce Banner, que queda expuesto a
radiaciones Gamma pero no muere pero si altero su genética. Ahora, cada vez que
se altera, se convierte en ese ser gigantesco, con fuerza increíble y casi casi
inmortal. Pero no me voy a enfocar en esto, sino en lo que tiene que enfrentar
a consecuencia de esta situación.
Este doctor vive huyendo, primero de él mismo, porque cada
vez que se convierte en Hulk termina destruyendo todo lo que encuentra a su
paso, así que siempre tiene miedo de perder los estribos, busca deshacerse de
algo que ahora es parte de él. Por lo que prefiere estar aislado e incluso
lejos de sus seres amados por temor a lastimarlos, sin saber que son éstos los
que logran apaciguar la ira de Hulk. Y por otro lado huye del ejército, quienes
quieren atraparlo para poder experimentar con él.
Pero el punto de la reflexión es que cada vez que el doctor
Bruce Banner enfrenta problemas imposibles de solucionar para él, como el que
tres fulanos le lleguen a hacer bullying,
el ataque de todo un ejército enemigo que busca lastimarlo o incluso
dañar a sus seres amados, o ya ni qué decir del ataque alienígena que busca
conquistar la tierra. El doctor sabe que puede recurrir a esa fuerza en su
interior, y entonces sale este gigante verde quién al ver los problemas o el
enemigo tan sólo se ríe y con mucha ira se avienta sobre los problemas y
enemigo diciendo ¡Hulk aplasta!
Tú y yo, en el momento que pedimos a Cristo que vive en
nosotros, comenzamos a tener una fuerza en nuestro interior increíble, una
fuerza originada por el Espíritu Santo. ¡Sí!, el mismo que levantó a Cristo de
entre los muertos. Es quien nos va transformando desde adentro en colosos
espirituales imposibles de ser derrotados. Nos transforma en hijos de Dios
victoriosos que al ver el problema o el enemigo no salimos huyendo, sino que lo
enfrentamos declarando: ¡Señor con tu fuerza aplastaré este ejército!
Recuerdo este pasaje y me nace decir: ¡Julito aplasta! ¿Y
tú?
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