El Coronavirus y la sacudida a tu fe

Una pandemia azota al mundo. El coronavirus no respeta género, raza, clase social... ha sacudido al mundo, a la ciencia y también la fe. Y, cómo bien sabemos, quienes amamos a Dios: TODO AYUDA A BIEN. Y esta pandemia, no es la excepción. Ya que ha sacudido dos creencias extremistas, ambas peligrosas:

El extremo secularista naturalista. Son muchas las personas que han adoptado el secularismo naturalista. Es decir, que en vez de creer en Dios, prefieren argumentos basados en la evidencia y la razón. Por tanto, dudan de los milagros y consideran que Dios no existe, porque "la ciencia no lo puede comprobar".

Muchos intentan usar la ciencia para entender lo que hay en el mundo, e incluso para controlarlo. Han desarrollado una mentalidad de: "Si lo puedo comprender y explicar, lo puedo manipular". Y entonces asumen que todo tiene o debe tener una explicación lógica y razonable (aunque en realidad su intención sea "manipulable"). Piénsale en los avances que tenemos en tecnología: máquinas que nos hacen viajar muy rápido, máquinas que nos permiten comunicarnos al otro lado del mundo casi en vivo. Y qué decir en cuestión salud: productos dietéticos, rejuvenecedores, curas para enfermedades que antes eran mortales, todo tiende a la búsqueda de la eterna juventud, al vivir más y más años. Y no es que considere esto malo, de hecho es excelente, y todo es producto de la capacidad creativa (que Dios dio al...) del hombre. Pero, con la llegada del coronavirus, esta falsa creencia de que los seres humanos somos invencibles y de que no necesitamos de Dios para nada, se ve quebrantada. Se descubre cuán frágil es y nos recuerda que somos vasos frágiles.

No importa cuánta tecnología desarrollemos o cuánto hallamos avanzado en medicina, el ser humano no logra la soberanía anhelada sobre su vida. Ahora, su vida pende de un pequeño virus. No podemos controlarlo todo. Hemos buscado ser invencibles y omniscientes, creímos que Dios no era necesario, y hemos estado viviendo con la ilusión de serlo, hasta que chocamos con la cruda realidad. Esta pandemia que nos recuerda que somos polvo y al polvo volveremos.

Y la voz de Dios resuena como cuando le dijo a Job: "Donde estabas tú cuando YO echaba los cimientos de la tierra? Dímelo, si tienes inteligencia" (Job 38:4). El pensamiento secularista debe aprender de esta pandemia que, por mucho que lo intentemos, no podemos controlar todo cuanto acontence en nuestro mundo.

El extremo espiritualista. Por otra parte, las iglesias cristianas creemos en lo sobrenatural y los milagros; pero hay una parte que se van al extremo y espiritualizan todo. Ven espíritus en todo, incluso si el equipo de sonido falla es porque seguramente se le metió un demonio. Piensa tan sólo en la teología de la prosperidad (piénsalo, atráelo con el pensamiento y serán tuyas las riquezas del mundo, y si acaso falla pues siembra dinero con ellos y verás cosecha abundante); o los movimientos que consideran que con sólo declarar, decretar, desatar, arrebatar, es más que suficiente. 

Bueno, pues estas creencias, a causa de la actual pandemia también han sido sacudidas y demostrado lo iluso que es el intentar "controlar al Señor", con los dichos de su boca. Notaste que "se detuvieron las campañas evangelísticas de sanidades y milagros, a causa de la pandemia, por temor al coronavirus" (¡como si estuvieran esperando a que Dios produzca la cura para luego mandárselos a los evangelistas y entonces ya puedan ofrecer la cura contra esta enfermedad en su repertorio de milagros!). ¡Qué irónico! Se manda un mensaje de: no hay milagros y sanidades, hasta que termine la pandemia. Y, por mucho que siembre ahora, la recesión económica es inminente.

¡Amados! En algún momento olvidamos que a Dios no podemos controlarlo. Como lo representa C.S. Lewis en sus famosas Crónicas de Narnia: es un león indomable. No lo podemos obligar a hacer algo a nuestro favor. La oración, el diezmo, las ofrendas, las siembras y nuestras palabras no son amuletos o hechizos para lograr que nuestro deseo o voluntad sean hechos. Y aun cuando apliques toda tu fe para declarar, sea a favor o en contra, Dios no se somete a nuestra voluntad. Pero, lo que sí debería ser un hecho, es que nosotros somos quienes debiéramos someternos a Su voluntad. No puedes olvidar que, según el Salmo 115:3: "Él hace lo que le place". El pensamiento espiritualista debe comprender que no podemos controlar a Dios.

Ambas posturas extremistas buscan lo mismo, aunque con métodos diferentes. El secularista usa la ciencia para controlar todo a su favor. El espiritualista usa la religión para controlar todo a su favor. Ambos olvidan el hecho más importante: Solo Dios es soberano. Ninguno quiere confiar en Dios. 

Pero, con la actual crisis, Dios desea que llevemos nuestras ideas a sus pies. Que nos rindamos ante Él, el único Rey Soberano. Es tiempo de recordar que somos frágiles. Y tenemos la oportunidad de mostrar una confianza plena en que nuestro Dios es soberano, y que podemos depender de Él, porque es bueno, y todo cuanto hace o permite: es bueno (Salmos 145:17-18).

¿Estás honrando a Dios con tu forma de ver la situación actual en el mundo?
 

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