Pidiendo Bien

Fue entonces que muchos
utilizaron el siguiente versículo: Aun cuando se lo piden, tampoco lo reciben porque lo piden con malas
intenciones: desean solamente lo que les dará placer (Stg 4:3) y comenzaron
a darme explicaciones y tips para que mi oración fuese escuchada: acompañarlo
con ayunos, aposentarme, 40 días de oración, caminatas de oración, desvelos de
oración, cadenas de oración, que me fuese a un lugar solitario a clamar a
voces, etc. Pero de nuevo, muchas oraciones seguían sin ser respondidas.
Hasta que presté
total atención: no recibes porque pides para tu placer. En pocas palabras, no
recibimos cuando somos egoístas, y entonces, las cosas que pedimos por
conveniencia no las recibimos. Y analizando mi vida de oración, la mayoría de
las cosas que pido eran por motivos egoístas: quería que mis papás cambiaran
porque así tendría paz y tranquilidad en mi vida; quería que cierta personita conociera
de Cristo, porque entonces así podría hacerla mi novia; quería que las finanzas
de mi familia sanaran, porque así podrían comprarme más cosas; quería que mi
hermano se entregara a Cristo, porque así no tendría que estar preocupándome
por ir a ver si estaba bien, etc.
Finalmente,
conocí la historia de Elías, el profeta que logró que la lluvia cesara y
regresara. ¿Cómo le hizo para que Dios escuchara este tipo de oración?
Sencillo, no pedía por conveniencia, no pedía por egoísmo, no pedía para su
deleite, placer o beneficio. Todo lo que pedía tenía la finalidad de mostrar a
las personas que Él es el Señor. Todo lo que pedía tenía el propósito de poder
demostrar a las personas que Dios es el Rey de reyes, y por tanto puedan venir
a sus pies.
En pocas palabras,
Dios responde las oraciones que no satisfacen nuestros deseos egoístas; sino
aquellas necesidades que te permitirán glorificar Su Nombre y además será de
bendición para los que te rodean.
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