Ni Muy muy. Ni tan tan

Recuerdo que en mi adolescencia, cuando mi
familia se enteró que decidí rendir mi vida a Jesucristo, buscaban 1001 excusas
para tratar de hacerme ver mi error, para burlarse o para hacerme advertencias.
Pero la que siempre me quedó presente fue la que me hizo un familiar que estaba
dando clases en una universidad.
Primero me comentó que en uno de los
salones tenía un alumno cristiano, pero que este se la pasaba distraído en
clases y apático en su materia, y cuando por fin se atrevió a preguntarle el
por qué, y le contestó que porque él confiaba en el Dios Todopoderoso y que no
necesitaba que ningún maestro le enseñara porque tenía al Espíritu Santo que le
revelaba todo lo que necesita saber. La advertencia de mi tía fue: ¡espero que
tú no seas así!
La Biblia nos enseña a no poner nuestra confianza
en aquello que el mundo considera una buena protección, defensa o fortaleza.
Sin embargo, no nos dice que las ignoremos. David tenía un formidable ejército,
con hombres sumamente diestros, sin embargo sabía que no era ese ejército el
que le daría la victoria. David tenía mucha habilidad, pero había aprendido por
experiencia propia que ni la fuerza ni el tamaño son suficientes para ganar una
pelea (y lo sabía porque en su adolescencia había matado a un gigante guerrero
siendo él tan sólo un pastorcito de ovejas).
En pocas palabras, la Biblia nos enseña que
no seamos ni muy religiosos, pero tampoco muy materialistas. Es un enorme
problema llegar a los extremos.
No podemos afanarnos por lo material: una
buena profesión o puesto, bienes materiales, etc., porque perderemos de vista
que Dios es el proveedor. Pero tampoco podemos afanarnos solo por lo
espiritual: una vida religiosa, un ministerio, etc., porque olvidaremos que
existe un mundo real en el que se debe manifestar la vida espiritual.
No seas ni muy muy, ni tan tan. Prepárate
en lo físico, natural y material; pero crece en lo espiritual porque tu
confianza no puede estar en lo natural, sino en Dios. Te recuerdo lo que pasó
con Gedeón, tenía un ejército de 22mil soldados, pero confió en Dios y peleó
con sólo 300 hombres y ganó.
Definitivamente prepárate físicamente
(estudia, trabaja, ahorra, etc.) porque es necesario y no pongas de pretexto el que Dios está contigo o eres espiritual; y cuando dispongas todo
lo que posees al servicio de Dios, pon tu absoluta confianza en Él y no en lo
que tienes. Y verás como Él se glorifica.
Comentarios