Día 7 Con El Mesías
Un llamado al arrepentimiento
13 En
esos días, le informaron a Jesús que Pilato había asesinado a varias personas
de Galilea mientras ofrecían sacrificios en el templo. 2 «¿Piensan
que esos galileos eran peores pecadores que todas las demás personas de
Galilea? —preguntó
Jesús—. ¿Por
eso sufrieron? 3 ¡De
ninguna manera! Y ustedes también perecerán a menos que se arrepientan de sus
pecados y vuelvan a Dios. 4 ¿Y
qué piensan de los dieciocho que murieron cuando la torre de Siloé les cayó
encima? ¿Acaso eran los peores pecadores de Jerusalén? 5 No,
y les digo de nuevo, a menos que se arrepientan, ustedes también perecerán».
Parábola de la higuera estéril
6 Luego
Jesús les contó la siguiente historia: «Un
hombre plantó una higuera en su jardín, y regresó varias veces para ver si
había dado algún fruto, pero siempre quedaba decepcionado. 7 Finalmente
le dijo al jardinero: “Llevo tres años esperando, ¡y no ha producido ni un solo
higo! Córtala, sólo ocupa espacio en mi jardín”.
8 »El
jardinero respondió: “Señor, dale otra oportunidad. Déjala un año más, y le
daré un cuidado especial y mucho fertilizante. 9 Si
el año próximo da higos, bien. Si no, entonces puedes cortarla».
Jesús sana en el día de descanso
10 Cierto
día de descanso, mientras Jesús enseñaba en la sinagoga, 11 vio
a una mujer que estaba lisiada a causa de un espíritu maligno. Había estado
encorvada durante dieciocho años y no podía ponerse derecha. 12 Cuando
Jesús la vio, la llamó y le dijo: «Apreciada
mujer, ¡estás sanada de tu enfermedad!». 13 Luego
la tocó y, al instante, ella pudo enderezarse. ¡Cómo alabó ella al Señor!
14 En
cambio, el líder a cargo de la sinagoga se indignó de que Jesús la sanara en un
día de descanso. «Hay seis días en la semana para trabajar —dijo a la
multitud—. Vengan esos días para ser sanados, no el día de descanso».
15 Así
que el Señor respondió: «¡Hipócritas!
Cada uno de ustedes trabaja el día de descanso. ¿Acaso no desatan su buey o su
burro y lo sacan del establo el día de descanso y lo llevan a tomar agua? 16 Esta
apreciada mujer, una hija de Abraham, estuvo esclavizada por Satanás durante
dieciocho años. ¿No es justo que sea liberada, aun en el día de descanso?».
17 Esto
avergonzó a sus enemigos, pero toda la gente se alegraba de las cosas
maravillosas que él hacía.
Parábola de la semilla de mostaza
18 Entonces
Jesús dijo: «¿A
qué se parece el reino de Dios? ¿Cómo puedo ilustrarlo? 19 Es
como una pequeña semilla de mostaza que un hombre sembró en un jardín; crece y
se convierte en un árbol, y los pájaros hacen nidos en las ramas».
Parábola de la levadura
20 También
preguntó: «¿A
qué otra cosa se parece el reino de Dios? 21 Es
como la levadura que utilizó una mujer para hacer pan. Aunque puso sólo una
pequeña porción de levadura en tres medidas de harina, la levadura impregnó
toda la masa».
La puerta angosta
22 Jesús
iba enseñando por ciudades y aldeas mientras seguía adelante, camino a
Jerusalén.23 Alguien le preguntó:
—Señor, ¿sólo unos pocos se salvarán?
Él contestó:
24 —Esfuércense
por entrar por la puerta angosta del reino de Dios, porque muchos tratarán de
entrar pero fracasarán. 25 Cuando
el señor de la casa haya cerrado la puerta, será demasiado tarde. Ustedes
quedarán afuera llamando y rogando: “¡Señor, ábrenos la puerta!”, pero él
contestará: “No los conozco ni sé de dónde vienen”. 26 Entonces
ustedes dirán: “Pero comimos y bebimos contigo, y enseñaste en nuestras
calles”. 27 Entonces
él responderá: “Les digo que no sé quiénes son ni de dónde vienen. Aléjense de
mí, todos ustedes, que hacen maldad”.
28 »Habrá
llanto y rechinar de dientes, porque verán a Abraham y a Isaac y a Jacob junto
con todos los profetas en el reino de Dios, pero ustedes serán echados fuera. 29 Y
vendrán personas de todas partes del mundo —del oriente y del occidente, del
norte y del sur— para ocupar sus lugares en el reino de Dios. 30 Y
tomen en cuenta lo siguiente: algunos que ahora parecen menos importantes, en
ese día serán los más importantes; y algunos que ahora son los más importantes,
en ese día serán los menos importantes.
Lamento de Jesús por Jerusalén
31 En
ese tiempo, algunos fariseos le dijeron:
—¡Sal de aquí si quieres vivir! ¡Herodes Antipas
quiere matarte!
32 Jesús
respondió:
—Vayan y díganle a ese zorro que seguiré expulsando
demonios y sanando a la gente hoy y mañana; y al tercer día cumpliré mi
propósito. 33 Sí,
hoy, mañana y pasado mañana debo seguir mi camino. Pues, después de todo, ¡no
se debe matar a un profeta de Dios en un lugar que no sea Jerusalén!
34 »¡Oh,
Jerusalén, Jerusalén, la ciudad que mata a los profetas y apedrea a los
mensajeros de Dios! Cuántas veces quise juntar a tus hijos como la gallina
protege a sus pollitos debajo de sus alas, pero no me dejaste. 35 Y
ahora, mira, tu casa está abandonada. Y no volverás a verme hasta que digas:
“Bendiciones al que viene en el nombre del Señor”.
Jesús sana en el día de descanso
14 Cierto
día de descanso, Jesús fue a cenar en la casa de un líder de los fariseos, y la
gente lo observaba de cerca. 2 Había
allí un hombre que tenía hinchados los brazos y las piernas. 3 Jesús
preguntó a los fariseos y a los expertos de la ley religiosa: «¿Permite
o no la ley sanar a la gente el día de descanso?». 4 Como
ellos se negaron a contestar, Jesús tocó al hombre enfermo, lo sanó y lo
despidió. 5 Después
se dirigió a ellos y dijo: «¿Quién
de ustedes no trabaja el día de descanso? Si tu hijo o
tu buey cae en un pozo, ¿acaso no corres para sacarlo?». 6 Una
vez más, ellos no pudieron responder.
Jesús enseña acerca de la humildad
7 Cuando
Jesús vio que todos los invitados a la cena trataban de sentarse en los lugares
de honor, cerca de la cabecera de la mesa, les dio el siguiente consejo: 8 «Cuando
te inviten a una fiesta de bodas, no te sientes en el lugar de honor. ¿Qué
pasaría si invitaron a alguien más distinguido que tú? 9 El
anfitrión vendría y te diría: “Cédele tu asiento a esta persona”. Te sentirías
avergonzado, ¡y tendrías que sentarte en cualquier otro lugar que haya quedado
libre al final de la mesa!
10 »Más
bien, ocupa el lugar más humilde, al final de la mesa. Entonces, cuando el
anfitrión te vea, vendrá y te dirá: “¡Amigo, tenemos un lugar mejor para ti!”.
Entonces serás honrado delante de todos los demás invitados. 11 Pues
aquellos que se exaltan a sí mismos serán humillados, y los que se humillan a
sí mismos serán exaltados».
12 Luego
Jesús se dirigió al anfitrión: «Cuando
ofrezcas un almuerzo o des un banquete —le dijo—, no invites a tus amigos,
hermanos, parientes y vecinos ricos. Pues ellos también te invitarán a ti, y
ésa será tu única recompensa. 13 Al
contrario, invita al pobre, al lisiado, al cojo y al ciego. 14 Luego,
en la resurrección de los justos, Dios te recompensará por invitar a los que no
podían devolverte el favor».
Parábola de la gran fiesta
15 Al
oír esto, un hombre que estaba sentado a la mesa con Jesús exclamó: «¡Qué
bendición será participar de un banquete[e] en
el reino de Dios!».
16 Jesús
respondió con la siguiente historia: «Un
hombre preparó una gran fiesta y envió muchas invitaciones. 17 Cuando
el banquete estuvo listo, envió a su sirviente a decirles a los invitados:
“Vengan, el banquete está preparado”; 18 pero
todos comenzaron a poner excusas. Uno dijo: “Acabo de comprar un campo y debo
ir a inspeccionarlo. Por favor, discúlpame”. 19 Otro
dijo: “Acabo de comprar cinco yuntas de bueyes y quiero ir a probarlas. Por
favor, discúlpame”. 20 Otro
dijo: “Acabo de casarme, así que no puedo ir”.
21 »El
sirviente regresó y le informó a su amo lo que le habían dicho. Su amo se puso
furioso y le dijo: “Ve rápido a las calles y callejones de la ciudad e invita a
los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los cojos”. 22 Después
de hacerlo, el sirviente informó: “Todavía queda lugar para más personas”. 23 Entonces
su amo dijo: “Ve por los senderos y detrás de los arbustos y a cualquiera que
veas, insístele que venga para que la casa esté llena.24 Pues
ninguno de mis primeros invitados probará ni una migaja de mi banquete”».
El costo de ser discípulo
25 Una
gran multitud seguía a Jesús. Él se dio vuelta y les dijo: 26 «Si
quieres ser mi discípulo, debes aborrecer a los demás —a tu padre y madre,
esposa e hijos, hermanos y hermanas— sí, hasta tu propia vida. De lo contrario,
no puedes ser mi discípulo. 27 Además,
si no cargas tu propia cruz y me sigues, no puedes ser mi discípulo.
28 »Sin
embargo, no comiences sin calcular el costo. Pues, ¿quién comenzaría a
construir un edificio sin primero calcular el costo para ver si hay suficiente
dinero para terminarlo? 29 De
no ser así, tal vez termines sólo los cimientos antes de quedarte sin dinero, y
entonces todos se reirán de ti. 30 Dirán:
“¡Ahí está el que comenzó un edificio y no pudo terminarlo!”.
31 »¿O
qué rey entraría en guerra con otro rey sin primero sentarse con sus consejeros
para evaluar si su ejército de diez mil puede vencer a los veinte mil soldados
que marchan contra él? 32 Y,
si no puede, enviará una delegación para negociar las condiciones de paz
mientras el enemigo todavía esté lejos. 33 Así
que no puedes convertirte en mi discípulo sin dejar todo lo que posees.
34 »La
sal es buena para condimentar, pero si pierde su sabor, ¿cómo la harán salada
de nuevo? 35 La
sal sin sabor no sirve ni para la tierra ni para el abono. Se tira. ¡El que
tenga oídos para oír debe escuchar y entender!».
Parábola de la oveja perdida
15 Los
cobradores de impuestos y otros pecadores de mala fama a menudo venían a
escuchar las enseñanzas de Jesús. 2 Por
eso los fariseos y los maestros de la ley religiosa se quejaban de que Jesús se
juntaba con semejantes pecadores, ¡y hasta comía con ellos!
3 Entonces
Jesús les contó la siguiente historia: 4 «Si
un hombre tiene cien ovejas y una de ellas se pierde, ¿qué hará? ¿No dejará las
otras noventa y nueve en el desierto y saldrá a buscar la perdida hasta que la
encuentre? 5 Y,
cuando la encuentre, la cargará con alegría en sus hombros y la llevará a su
casa. 6 Cuando
llegue, llamará a sus amigos y vecinos y les dirá: “Alégrense conmigo porque
encontré mi oveja perdida”. 7 De
la misma manera, ¡hay más alegría en el cielo por un pecador perdido que se
arrepiente y regresa a Dios que por noventa y nueve justos que no se
extraviaron!
Parábola de la moneda perdida
8 »O
supongamos que una mujer tiene diez monedas de plata y
pierde una. ¿No encenderá una lámpara y barrerá toda la casa y buscará con
cuidado hasta que la encuentre? 9 Y,
cuando la encuentre, llamará a sus amigos y vecinos y les dirá: “¡Alégrense
conmigo porque encontré mi moneda perdida!”. 10 De
la misma manera, hay alegría en presencia de los ángeles de Dios cuando un solo
pecador se arrepiente».
Parábola del hijo perdido
11 Para
ilustrar mejor esa enseñanza, Jesús les contó la siguiente historia: «Un
hombre tenía dos hijos. 12 El
hijo menor le dijo al padre: “Quiero la parte de mi herencia ahora, antes de
que mueras”. Entonces el padre accedió a dividir sus bienes entre sus dos
hijos.
13 »Pocos
días después, el hijo menor empacó sus pertenencias y se mudó a una tierra
distante, donde derrochó todo su dinero en una vida desenfrenada. 14 Al
mismo tiempo que se le acabó el dinero, hubo una gran hambruna en todo el país,
y él comenzó a morirse de hambre. 15 Convenció
a un agricultor local de que lo contratara, y el hombre lo envió al campo para
que diera de comer a sus cerdos. 16 El
joven llegó a tener tanta hambre que hasta las algarrobas con las que
alimentaba a los cerdos le parecían buenas para comer, pero nadie le dio nada.
17 »Cuando
finalmente entró en razón, se dijo a sí mismo: “En casa, hasta los jornaleros
tienen comida de sobra, ¡y aquí estoy yo, muriéndome de hambre! 18 Volveré
a la casa de mi padre y le diré: ‘Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. 19 Ya
no soy digno de que me llamen tu hijo. Te ruego que me contrates como
jornalero’”.
20 »Entonces
regresó a la casa de su padre, y cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio
llegar. Lleno de amor y de compasión, corrió hacia su hijo, lo abrazó y lo
besó. 21 Su
hijo le dijo: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno
de que me llamen tu hijo”.
22 »Sin
embargo, su padre dijo a los sirvientes: “Rápido, traigan la mejor túnica que
haya en la casa y vístanlo. Consigan un anillo para su dedo y sandalias para
sus pies. 23 Maten
el ternero que hemos engordado. Tenemos que celebrar con un banquete, 24 porque
este hijo mío estaba muerto y ahora ha vuelto a la vida; estaba perdido y ahora
ha sido encontrado”. Entonces comenzó la fiesta.
25 »Mientras
tanto, el hijo mayor estaba trabajando en el campo. Cuando regresó, oyó el
sonido de música y baile en la casa, 26 y
preguntó a uno de los sirvientes qué pasaba.27 “Tu
hermano ha vuelto —le dijo— y tu padre mató el ternero engordado. Celebramos
porque llegó a salvo”.
28 »El
hermano mayor se enojó y no quiso entrar. Su padre salió y le suplicó que
entrara,29 pero él respondió:
“Todos estos años, he trabajado para ti como un burro y nunca me negué a hacer
nada de lo que me pediste. Y, en todo ese tiempo, no me diste ni un cabrito
para festejar con mis amigos. 30 Sin
embargo, cuando este hijo tuyo regresa después de haber derrochado tu dinero en
prostitutas, ¡matas el ternero engordado para celebrar!”.
31 »Su
padre le dijo: “Mira, querido hijo, tú siempre has estado a mi lado y todo lo
que tengo es tuyo. 32 Teníamos
que celebrar este día feliz. ¡Pues tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la
vida! ¡Estaba perdido y ahora ha sido encontrado!”».
MEDITA
1. Llamado al
arrepentimiento. Muchas personas consideran que solo las personas malas sufren,
o deberían sufrir, calamidades; y que si a ellas no les pasa nada es porque
Dios se agrada de ellas. Pero Jesús hace la aclaración de que no es así. Todos
los seres humanos estamos destinados al mismo fin: la muerte; por cuanto todos
somos pecadores. Pero para eso vino Jesús, para que ahora cualquiera pueda arrepentirse
y volverse a Dios, y no muera.
2. Esfuércense.
Le preguntaron al Señor si pocos serían salvos. A lo que Jesús respondió: ¡esfuércense
por entrar! Con eso dejó más que claro el hecho de que el camino del Señor
requiere de esfuerzo. Es un camino complicado, con muchas adversidades, con
tropiezos quizás; pero lo único que pide Dios es esfuérzate por mantenerte
practicando Su Voluntad, dejando de practicar lo malo.
3. La humildad.
Jesús demostró a través de una ilustración lo que es la humildad. Es hacer lo
correcto, pero no ser tú mismo quién juzgue o tome lo que ‘creas’ te corresponde.
Sino permitir a otros, en este caso a Dios, que sea Él quién juzgue y ofrezca
lo que te corresponde. Y recalca que todo aquél que se exalta (el que se
atribuye solo la gloria que se merece) será humillado. Pero el que se humilla
(permite que Dios sea quien le dé la gloria que se merece) será exaltado.
4. Calculando el
costo. Jesús nos deja una gran enseñanza para todo lo que emprendamos en la
vida: ¡Siéntate a calcular (planear) primero! Muchos terminan mal y hasta se
hacen de una mala fama, por no sentarse a planear antes de actuar.
5. En busca del pecador. Los religiosos en tiempos de Jesús se enojaban con él, porque convivía con ‘los pecadores’. Y entonces el Maestro les muestra que Dios está siempre en busca del que más le necesita, aunque eso provoque a celos a quienes ‘se consideren justos’. En sus parábolas habló de alguien que se alejó del rebaño (la oveja), alguien que se extravió dentro de casa (moneda), y un hijo que decide probar el mundo (hijo pródigo). En todos los casos Dios está siempre feliz por el reencuentro. El Padre desea que nadie se pierda.
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