Calladito Se Ve Más Bonito
Calladito Se Ve Más Bonito
¿Haces buenas obras porque te gusta? o ¿Haces buenas obras para que te reconozcan? ¿Adoras para ser visto por Dios? o ¿Adoras para ser visto por los hombres?
Descubre porque la hipocresía es un gran peligro para tu vida espiritual y la de los demás
"Cuando ustedes oren, no sean como los hipócritas; porque a ellos les gusta ponerse en pie y orar en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos por los hombres. En verdad les digo que ya han recibido su recompensa. (Mateo 6:5)
Definición de Hipocresía: “ser visto por los hombres”. Probablemente ya lo sabías, pero por si las dudas, la palabra griega para hipócrita originalmente se usaba para referirse a un “actor”. Y es que en la antigüedad los actores usaban máscaras. Un hipócrita entonces, es aquél que se pone una máscara, un rostro falso.
Jesús no estaba enseñando que “no hagas buenas obras”, pero lo que sí estaba diciéndonos es que “no permitas que tus buenas obras sean vistas por los demás”. Y es que estamos llamados a hacer buenas obras, pero algunas de esas obras, como la bondad, la benevolencia o la enseñanza deben ser vistas porque no hay otra forma de hacerlas. Pero no todas las buenas obras tienen que ser vistas a fin de que tú seas reconocido. En pocas palabras, hacer buenas obras es algo bueno, pero hacer el bien para ser visto por los demás no lo es. De hecho, hacer algo bueno para ser visto es un peligro. ¿Por qué?
La hipocresía aleja a las personas de Dios. ¿Qué crees que pasará cuando una persona deseosa de buscar a Dios llega a una congregación donde la gente aparenta lo que no es? Será frustrante, porque en la iglesia verá gente adorando a Dios, cantando y derramando sus lágrimas, y al salir de allí los verá saliendo de antros y definitivamente no llenos del Espíritu Santo; los escuchará cantando no alabanzas sino otro tipo de canciones e incluso saliendo de su boca palabras obscenas; o los encontrará leyendo no la Palabra de Dios o viendo no la Santidad de Dios sino revistas, novelas o programas de chismes o llenos de sensualidad o pornografía. Esta persona terminará yéndose, dándose por vencida porque piensa: “De eso quiero ser libre, y si ellos que ya tienen tanto tiempo y no han podido, mucho menos yo”.
Por otro lado, la persona que se acostumbra a ser hipócrita (a hacer las cosas para los demás lo vean) pierde su enfoque y su relación con Dios, porque comienza a hacer las cosas que son agradables a las personas y muchas de esas cosas, son desagradables a Dios. Algo así le pasó al Rey Saúl (el primer rey de Israel), que terminó siendo desechado por el Señor por su hipocresía.
Luego de alejarlas, la hipocresía hace que las personas se enojen y peleen con Dios. Por un lado, las personas que sinceramente han buscado de Dios y se han topado con hipócritas, terminan creyendo que Dios debe ser tan malo o estricto, que sus propios hijos prefieren hacer las cosas que le desagradan a escondidas. Por otro lado, el hipócrita termina frustrado y avergonzado, porque la hipocresía está basada en el intento de querer agradar a los hombres, y jamás podremos tener a todas las personas contentas.
Así que deberíamos tomar muy en serio y hacer algo. ¿Cómo?
1. No esperes reconocimiento por las cosas que hagas. ¡Ninguno! Si nadie lo nota, mucho mejor. No te frustres. Si alguien lo nota, dale el crédito a Dios. Pregúntate a ti mismo: ¿Si nadie supiera lo que voy a hacer, aun así lo haría? Si tu respuesta es: “No lo haría”, entonces es porque lo haces para que la gente te vea.
2. Cuando des dinero, dalo en secreto. Cuando veas a alguien en necesidad, da sin que nadie se entere. En Mateo 6:3 se nos enseña a que ni siquiera nuestra mano izquierda sepa lo que está haciendo la mano derecha.
3. No seas falso en lo espiritual. Cuando vayas a la iglesia, no busques lugares para que los demás te vean o se den cuenta de que llegaste. Busca un lugar en dónde te sientas libre para adorar al Señor. Lo que hagas, no lo hagas para impresionar a los demás, como levantar las manos y estar pensando en que posición ponerlas para llamar la atención, en las palabras que usas cuando ores o alabes al Señor, asegúrate que surgen de tu corazón.
Que tu fe no sea una gran obra de teatro o una gran novela. Que al ir por la iglesia o en las calles, tu actitud no sea de: “¡Mírenme! ¡Mírenme!” porque eso no le agrada al Señor. No hagas tocar trompetas delante de ti. Cuídate del deseo de ser reconocido. Prefiere el deseo de server al Señor y que Él sea reconocido.
Sigue el consejo del Señor Jesús: Limpia primero lo de adentro del vaso y del plato, para que lo de afuera también quede limpio (Mateo 23:26). Enfócate en lo de adentro, y lo de afuera se limpiará por consecuencia. Entrega tus motivaciones al Señor cada día, cada instante. ¡Haz cosas buenas! Pero recuerda no busques ser reconocido.
Para hacer algo bueno, calladito se ve más bonito.
¿Haces buenas obras porque te gusta? o ¿Haces buenas obras para que te reconozcan? ¿Adoras para ser visto por Dios? o ¿Adoras para ser visto por los hombres?
Descubre porque la hipocresía es un gran peligro para tu vida espiritual y la de los demás
"Cuando ustedes oren, no sean como los hipócritas; porque a ellos les gusta ponerse en pie y orar en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos por los hombres. En verdad les digo que ya han recibido su recompensa. (Mateo 6:5)
Definición de Hipocresía: “ser visto por los hombres”. Probablemente ya lo sabías, pero por si las dudas, la palabra griega para hipócrita originalmente se usaba para referirse a un “actor”. Y es que en la antigüedad los actores usaban máscaras. Un hipócrita entonces, es aquél que se pone una máscara, un rostro falso.
Jesús no estaba enseñando que “no hagas buenas obras”, pero lo que sí estaba diciéndonos es que “no permitas que tus buenas obras sean vistas por los demás”. Y es que estamos llamados a hacer buenas obras, pero algunas de esas obras, como la bondad, la benevolencia o la enseñanza deben ser vistas porque no hay otra forma de hacerlas. Pero no todas las buenas obras tienen que ser vistas a fin de que tú seas reconocido. En pocas palabras, hacer buenas obras es algo bueno, pero hacer el bien para ser visto por los demás no lo es. De hecho, hacer algo bueno para ser visto es un peligro. ¿Por qué?
La hipocresía aleja a las personas de Dios. ¿Qué crees que pasará cuando una persona deseosa de buscar a Dios llega a una congregación donde la gente aparenta lo que no es? Será frustrante, porque en la iglesia verá gente adorando a Dios, cantando y derramando sus lágrimas, y al salir de allí los verá saliendo de antros y definitivamente no llenos del Espíritu Santo; los escuchará cantando no alabanzas sino otro tipo de canciones e incluso saliendo de su boca palabras obscenas; o los encontrará leyendo no la Palabra de Dios o viendo no la Santidad de Dios sino revistas, novelas o programas de chismes o llenos de sensualidad o pornografía. Esta persona terminará yéndose, dándose por vencida porque piensa: “De eso quiero ser libre, y si ellos que ya tienen tanto tiempo y no han podido, mucho menos yo”.
Por otro lado, la persona que se acostumbra a ser hipócrita (a hacer las cosas para los demás lo vean) pierde su enfoque y su relación con Dios, porque comienza a hacer las cosas que son agradables a las personas y muchas de esas cosas, son desagradables a Dios. Algo así le pasó al Rey Saúl (el primer rey de Israel), que terminó siendo desechado por el Señor por su hipocresía.
Luego de alejarlas, la hipocresía hace que las personas se enojen y peleen con Dios. Por un lado, las personas que sinceramente han buscado de Dios y se han topado con hipócritas, terminan creyendo que Dios debe ser tan malo o estricto, que sus propios hijos prefieren hacer las cosas que le desagradan a escondidas. Por otro lado, el hipócrita termina frustrado y avergonzado, porque la hipocresía está basada en el intento de querer agradar a los hombres, y jamás podremos tener a todas las personas contentas.
Así que deberíamos tomar muy en serio y hacer algo. ¿Cómo?
1. No esperes reconocimiento por las cosas que hagas. ¡Ninguno! Si nadie lo nota, mucho mejor. No te frustres. Si alguien lo nota, dale el crédito a Dios. Pregúntate a ti mismo: ¿Si nadie supiera lo que voy a hacer, aun así lo haría? Si tu respuesta es: “No lo haría”, entonces es porque lo haces para que la gente te vea.
2. Cuando des dinero, dalo en secreto. Cuando veas a alguien en necesidad, da sin que nadie se entere. En Mateo 6:3 se nos enseña a que ni siquiera nuestra mano izquierda sepa lo que está haciendo la mano derecha.
3. No seas falso en lo espiritual. Cuando vayas a la iglesia, no busques lugares para que los demás te vean o se den cuenta de que llegaste. Busca un lugar en dónde te sientas libre para adorar al Señor. Lo que hagas, no lo hagas para impresionar a los demás, como levantar las manos y estar pensando en que posición ponerlas para llamar la atención, en las palabras que usas cuando ores o alabes al Señor, asegúrate que surgen de tu corazón.
Que tu fe no sea una gran obra de teatro o una gran novela. Que al ir por la iglesia o en las calles, tu actitud no sea de: “¡Mírenme! ¡Mírenme!” porque eso no le agrada al Señor. No hagas tocar trompetas delante de ti. Cuídate del deseo de ser reconocido. Prefiere el deseo de server al Señor y que Él sea reconocido.
Sigue el consejo del Señor Jesús: Limpia primero lo de adentro del vaso y del plato, para que lo de afuera también quede limpio (Mateo 23:26). Enfócate en lo de adentro, y lo de afuera se limpiará por consecuencia. Entrega tus motivaciones al Señor cada día, cada instante. ¡Haz cosas buenas! Pero recuerda no busques ser reconocido.
Para hacer algo bueno, calladito se ve más bonito.
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