Dos Caminos

Dos Caminos
¿Qué será más fácil: lo bueno o lo malo? ¿Qué será más fácil: construir o destruir? 
¿Qué es más fácil por recorrer: un camino amplio o un camino angosto? ¿Por cuál andarás en la vida?

Hijo mío, escúchame y haz lo que te digo, y tendrás una buena y larga vida. Te enseñaré los caminos de la sabiduría y te guiaré por sendas rectas. Cuando camines, no te detendrán; cuando corras, no tropezarás. Aférrate a mis instrucciones, no las dejes ir; cuídalas bien, porque son la clave de la vida.
No hagas lo que hacen los perversos ni sigas el camino de los malos. ¡Ni se te ocurra! No tomes ese camino. Aléjate de él y sigue avanzando. Pues las personas malvadas no pueden dormir sin hacer la mala acción del día. No pueden descansar sin antes hacer tropezar a alguien. ¡Se alimentan de la perversidad y beben el vino de la violencia!
El camino de los justos es como la primera luz del amanecer, que brilla cada vez más hasta que el día alcanza todo su esplendor. Pero el camino de los perversos es como la más densa oscuridad; ni siquiera saben con qué tropiezan.
(Proverbios 4:10-19)

Existen dos caminos en esta vida: hacia lo bueno (un camino difícil); hacia lo malo (un camino bastante fácil). Y son muchos los que eligen el camino fácil.

Es muy fácil ceder y permitir que las malas compañías nos influyan hacia lo malo. Y este camino es de hecho muy adictivo. Entre más camines por allí, más te habitúas y más difícil es salir de él. Pero sus resultados no perduran y las consecuencias suele ser muy dolorosas.

El camino de los justos, por el contrario, es difícil porque requiere de paciencia y humildad ya que es como la luz de la aurora; es decir, comienza en oscuridad (dificultades, adversidad) y poco a poco comienza a ser una luz que ilumine a plenitud, hasta que finalmente llega a ser perfecta.

Así que nunca te canses de hacer el bien, porque sus frutos son perdurables.

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